Como resultado de un litigio de alta escuela, ocurrido en el municipio de Tehuacán, no solo se aclaró la muerte de un hombre que el 21 de octubre de 2017 fue asesinado con un disparo de arma de fuego, en la carretera de San José Esperanza, a 200 metros de la desviación del Camino de La Encrucijada, sino que además quedaron en evidencia cinco elementos de la Policía Preventiva Estatal, como que alguno de estos lo perpetró y al hombre al que detuvieron y señalaron como el responsable, era realmente inocente.

La combinación entre la experiencia y la preparación de los abogados, los doctores Gervacio Lara Arcos y Alfredo Arroyo Razo, en el juicio llevado a cabo en la Casa de Justicia de Tehuacán, llevó a encontrar la verdad de un crimen, donde la Fiscalía General del Estado (FGE), terminó por ser derrotada, al quedar libre su principal sospechoso, tras quedar en evidencia la negligencia con la que se investigó el delito.

Y es que a los ojos de la sociedad, Edgar Ricardo Medellín San Juan, no sólo fue etiquetado de imputado en el asesinato de José Eduardo Rodríguez Flores, sino que además desde el 21 se octubre de 2017 fue detenido y no fue sino hasta las primeras horas de la madrugada del martes 19 de enero de 2020 cuando un juez determinó su libertad, por ser inocente de ese delito.

Y si Edgar Ricardo no mató a José Eduardo, ¿quién lo hizo?

Y la respuesta la deben tener los cinco elementos de la PEP que presentaron en calidad de detenido a Edgar Ricardo, al que señalaron de haberle disparado con una pistola .9 milímetros, en medio de un enfrentamiento que se antojaba de película, cuando en realidad el proyectil que le arrebató la vida fue un .223, disparado por un rifle R-15; así es, de los que en ese momento portaban aquellos policías.

Detalles de un asesinato

El parte policiaco indicaba que los cinco uniformados llegaron cuando los tripulantes de una camioneta se enfrentaban a balazos contra los de un Beetle, para entonces ya había un hombre muerto, tendido en el piso.

Y los policías, para detener ese fraguado enfrentamiento, dijeron que cada uno de ellos efectuó cinco disparos al aire de sus armas R-15, logrando que la mayoría de quienes se enfrascaban en una lluvia de plomo, terminaran por escapar, siendo Edgar Ricardo Medellín el único detenido.

Para completar la feria de las mentiras, los policías dijeron haber hallado dos armas de fuego escuadras, del calibre. 9 milímetros que portaban en occiso y su victimario.

Para avalar el teatro, fue necesario que el Ministerio Público a cargo de las investigaciones, lo mismo que la Policía Ministerial, ignoraran detalles en las investigaciones periciales tan elementales como las de química, balística, mecánica y criminalística, demostrarían que su sospechoso no era tal y que los responsables eran otros, ocultos en uniformes de policía.

La impecable defensa

Aquí viene la defensa del detenido, quien argumentó que no se tomaron en cuenta las pruebas de rodizonato de sodio practicadas en las manos del detenido y del occiso, que indicaban que ninguno de los dos detonó ningún arma el día de los hechos.

Que de las dos escuadras presentadas como pruebas, una sola fue disparada, pero esta no era la que le aseguraron al detenido, además de que tampoco hallaron los 25 casquillos percutidos de armas R-15 que los Policías Estatales detonaron para detener la supuesta balacera; de hecho, nadie dijo haber hallado algo similar durante las investigaciones de ese 21 de octubre de 2017.

Pero lo más importante, José Eduardo Rodríguez no fue asesinado de un balazo de .9 milímetros, sino de un disparo de R-15, cuyo proyectil, uno del calibre. 223, le entró por la espalda baja y le salió por la clavícula, abriéndole un boquete, como ocurre con este tipo de cartuchos.

Y lo más importante: el occiso y el detenido eran amigos y el día de los hechos ambos iban a bordo del Beetle, además de que, sobra decirlo, nunca hubo una camioneta ni otras evidencias.

Lo que realmente pasó sólo lo saben esos cinco elementos de la Policía Estatal, que estuvieron el día de los hechos.

Lo que ahora sí se sabe es que uno de estos policías disparó y asesinó por la espalda a José Eduardo Rodríguez Flores.

El motivo es lo que le falta resolver a la FGE.

Nos vemos cuando nos veamos.