“Para nacer, hay que destruir un mundo”, escribió Hermann Hesse en Demián.

Todos merecemos una vida buena, con alegría y propósito, y algo así, sólo sucede cuando decidimos dejar atrás el pasado y vivir plenamente no sólo el presente y lo que está por llegar…el pájaro rompe el cascarón, el cascarón que es el mundo”. 

Esto lo leí cuando tenía 17 primaveras, hoy cargo sobre mis lomos una montaña de inviernos y compruebo una vez más la sabiduría de esta sentencia.

Quien piense que la vida, el mundo que vivimos es el mismo y que solamente estamos pasando por un mal momento, le tengo una mala noticia: “el cascarón ya se rompió”, ha nacido una nueva forma de vivir y de pensar, aunque todavía no lo comprendamos ni lo aceptemos.

El miedo a lo desconocido es lo que nos hace tener esta actitud temerosa, pero si lo piensas, el mundo entero ya está hasta el gorro de la injusticia y de la corrupción en todo lo que nos rodea.

Lo que más me extraña es que aún hay millones de personas que se aferran a las viejas ideas y palabrerías del pasado, hacen juicios sin atreverse a cuestionar nada que vaya en contra de lo que nos ha llevado a esta “ruptura”.

-!Ah!, si tan solo perdiéramos el miedo a soñar, a volar, a vivir, en lugar de flagelarnos.