El capricho de López Obrador para vacunar a su ejército electoral antes que a los médicos o personas de la tercera edad, aunado a la pésima estrategia de las Brigadas Correcaminos, comenzó a generar un ataque de cólera en muchos mexicanos.

En Campeche, un estado del sur del país que este año renovará gubernatura y que lleva semanas en verde en el Semáforo Covid, se decidió que era momento de vacunar a 20 mil maestros, aunque las clases a distancia continúan.

La medida levantó los reclamos, con justa razón, de personal médico en todo el país, pero principalmente de los profesionales que se encuentran en los llamados Hospitales Covid y que día a día se juegan la vida, atendiendo y salvando a otros.

Es de todos conocido que uno de los gremios mejor preparados, electoralmente hablando, son precisamente los maestros, de ahí que la vacunación a las y los docentes levante la ceja de más de uno.

A pesar de que los maestros son disciplinados, ha sido imposible que se cumpla con el programa de vacunación por distintos motivos, principalmente por la improvisación con la cual están operando las Brigadas Correcaminos; esos grupos de 12 personas que sólo incluyen a un médico y una enfermera, pero eso sí, llevan a cuatro burócratas entre servidores de la nación y representantes de programas sociales y a cuatro soldados como guaruras.

En videos se consignó el caos que reinó en algunos de los improvisados centros de vacunación donde aglomeraciones, filas de horas, empujones y gritos, fueron la constante.

Estas escenas podrían evitarse si tuviéramos un plan adecuado de inmunización que fuera perfectamente claro para todos los mexicanos y sobre todo que realmente se basara en razones médicas y científicas antes que políticas.

Otra opción sería permitir que todos aquellos profesionales que cada semestre realizaban y operaban la Semana Nacional de Vacunación sean quienes nos ilustren sobre la mejor manera para lograr la inmunización masiva.

Por desgracia, la experiencia nos dice que los López (Gatell y Obrador) no reconocerán sus errores ni siquiera porque estén costando cientos, miles de vidas, por lo cual no dude que en breve, cuando se retome la aplicación de dosis en Puebla las escenas se repitan, con el riesgo de que un día de los gritos pasemos a los golpes y como diría el clásico ¿Pero qué necesidad?

Hasta para hacerse un favor –electoral- los López deberían rectificar el camino pues ante el retraso en la entrega de dosis, la lentitud para aplicar las vacunas y que las crisis sanitaria y económica han causado estragos severos, los mexicanos podrían abrir los ojos y desencantarse de Andrés Manuel.

Los convenientes errores de Gatell y compañía

Anoche, durante la conferencia para informar de la situación de la pandemia en México, se ofrecieron cifras equivocadas. En el renglón de los contagiados se reportaron 10 mil menos de los que realmente debieron informarse.

Es cierto que nadie está exento de cometer errores pero equivocar las cifras –a la baja- nos lleva a mal pensar y refuerza la idea de que en México, además del subregistro que se reporta oficialmente de contagios y muertos, también se juega con los números.

El famoso factor de corrección, que tan importante fue en los primeros meses de la pandemia, cuando el Modelo Centinela era la respuesta al subregistro, simplemente ha desaparecido, así que hoy por hoy no sabemos a ciencia cierta cuántos han sido contagiados con el virus, menos aún podremos tener una idea de cuántas personas serán víctimas de la nueva cepa británica, porque son datos que simplemente no le representan ninguna importancia a los responsables federales.

Este miércoles nuevamente tendremos cifras que nos dejarán sorprendidos. El INEGI presentará un reporte sobre los fallecimientos hasta agosto de 2020 y sin duda, serán “otros datos” muy diferentes a los que nos han presentado los López.

De preferencia, busque una silla y siéntese, porque las cifras van a ser de infarto.