Para los griegos Clío era la musa de la historia. Una de las nueve deidades que habitaban con Apolo en el Parnaso y que presidían las artes. Clío significa alabar, ensalzar y celebrar. La musa cantaba las hazañas de los héroes.

A propósito del aniversario de la Plaza de Toros México, volvía ver el documental “Historias de sangre y arena. 6 décadas de la Plaza México” que Clío –la editorial de Enrique Krauze que lleva el nombre en honor a la musa griega– elaboró como parte de la serie México Siglo XX. Una realización de León Sermet, con guion de Elid Pineda y dirección creativa de Hank Heifetz.

Miguel de Cervantes, en la novela Persiles y Sigismunda, explica que los varones prudentes, por las cosas pasadas y por las presentes, juzgan las que están por venir. El documental de Clío es ilustrador de lo que ha pasado en la tauromaquia mexicana.

El documental inicia con el Boicot del Miedo de 1936 para explicar que, gracias a la expulsión de toreros mexicanos de España, la fiesta nacional alcanzó su independencia y, con ella, su mayor gloria.

Hace un recorrido de la historia de la México partiendo de la maestría de Armillita y la personalidad de Garza. Pero se enfoca en tres figuras clave como los más fieles representantes del sentimiento mexicano: Silverio, Capetillo y Manolo Martínez.

En los tres se conjuga personalidad y carisma. El narrador presenta fragmentos de faenas que demuestran el temple y la comunicación que lograban con los aficionados. Sus faenas tenían una honda intensidad producto de inspiración y temple que provocaban emociones profundas en los aficionados que se traducía en una suerte de embriaguez.   

El documental presenta, como parteaguas de la tauromaquia mexicana, la cornada que Manolo Martínez recibió de Borrachón de San Mateo el 3 de marzo de 1974.

A partir de esa colisión –a decir del documental de Clío– Manolo empezó a exigir un torito más noble y de menor edad que redujera el peligro y le evitara otro encuentro tan cercano con la muerte. 

Clío presenta evidencias para demostrar que la embestida franca y suave sustituyó a la acometividad y a la fiereza como distintivo de las ganaderías en México.

Desde entonces, el toro mexicano empezó a perder casta y bravura, además de imperar “toros” despuntados y de menos de cuatro años. En el minuto 32 del documental, el aficionado Alberto Sarmiento presenta un testimonio lapidario: “No es sólo producto de Borrachón y de Manolo Martínez sino de todo el conjunto de intereses de la fiesta y de que el público y la autoridad lo han tolerado.”

El documental concluye con una narración melancólica: “Hace cincuenta años la Monumental fue construida para dar cabida a una afición que se desbordaba, hoy ante la ausencia de figuras de excepción, de rivalidades que apasionen los tendidos la plaza lucen cada vez más vacía.” Y remata un comentario del aficionado Bruno Newman que afirma que la Plaza México está orientada a la nostalgia y acusa a empresarios y profesionales de no tener visión de mediano plazo.

Eso fue hace más de veinte años. Desafortunadamente, Clío tuvo voz de profeta. Lejos de recuperar la bravura, las empresas han cedido a intereses de coletas venidos de ultramar que han exigido toros aún más descastados de los que toreaba Manolo.

El producto de lo que Horacio Reiba ha llamado “el post toro de lidia mexicano” es el alejamiento del público de las plazas.

Ojalá que la crisis provocada por la pandemia haga entender a los empresarios que la solución está en la historia: apoyar a los toreros mexicanos con carisma, personalidad que sean fiel reflejo del sentimiento heredado de Silverio, Capetillo y Martínez. Y apostar por un toro fiero, con acometividad y en puntas.