"Nos han contado mal la historia y nos la hemos creído" es la tesis principal del documental "Hispanoamérica, canto de vida y esperanza" (2024), dirigido por José Luis López-Linares. Se estrenó la semana pasada en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG).

La sala estaba llena. Durante la exhibición, muchos derramamos lágrimas, mezcla de emociones como alegría, placer, asombro, admiración, éxtasis, orgullo e identidad. Al término de la proyección, el público, de pie, ovacionó durante varios minutos. Se vieron algunos pañuelos blancos de entusiasmados que pedían la vuelta al ruedo del director.

"En Hispanoamérica somos víctimas de un relato que es completamente falso y muy peligroso" explica Carlos Leáñez Aristimuño, un profesor venezolano que aparece en la película. A lo largo de la proyección distintos historiadores van explicando como los enemigos de Hispanoamérica fueron borrando 300 años de esplendor para intentar destruir una identidad compartida y así, desde una visión anglosajona, dominar y someternos. 

José Luis López-Linares explica que los ingleses rompieron los virreinatos. Lo que militarmente no pudieron hacer, lo consiguieron manipulando la cultura. Por ejemplo, los falsos libros de texto que se entregan en México hablan de "colonia", un concepto inventado por los anglosajones y que nunca existió en Hispanoamérica.

Transformaron una comunidad muy fuerte integrada por tres virreinatos con una moneda común que tenía libre tráfico de mercancías, en veintidós pequeños estados que empezaron a hacerse la guerra unos a otros, cosa que no había sucedido en 300 años de imperio.

Es también una película sobre arte y belleza.  En el rodaje recorrieron Bolivia, México, Perú, Estados Unidos (Nuevo México y Texas) y Argentina para mostrar arquitectura, pintura, escultura, bailes y música que se han ido enriqueciendo de ida y vuelta entre el mundo hispano europeo y americano. 

España trajo a Hispanoamérica el idioma, el derecho de la Escuela de Salamanca, la agricultura y la ganadería, pero especialmente la fe, cuyo impacto en la evangelización de América fue un milagro extraordinario. La fe se volcó en el arte, actuando como un apostolado cultural. 

Los hispanos dieron mucha importancia a la belleza. A través de la música, la arquitectura de los lugares de culto y la fiesta taurina, la estética y la fe se han permeado en la sociedad de todos los niveles.

Se puede encontrar en pueblos humildes hermosas iglesias que son joyas deslumbrantes del barroco, pero también costumbres festivas, bailes y juegos delante de los toros bravos.

El barroco, una forma de vida hispánica, transmitía la verdad a través de la belleza. En la película se refleja esta riqueza, mostrando cómo esta estética se impregnó en la vida cotidiana.

El arte de ida y vuelta se manifiesta en el flamenco. Los españoles trajeron la guitarra y el violín. Los peruanos mandaron el cajón. Y los ritmos se han ido enriqueciendo a lo largo de los siglos para formar una música propia que refleja el alma hispana. 

Lo mismo sucedió con la fiesta taurina. Los españoles trajeron el toro bravo a América. Pero fue en el viaje de Ponciano Díaz a Madrid, cuando Guerrita, viendo como el mexicanos Vicente Oropeza realizaban la suerte de varas, que se dio cuenta que al toro se le podía aguantar y templar y ese descubrimiento influyó en la crianza y en la evolución del toro.

Los mexicanos han seguido exportando suertes, y los españoles han descubierto el temple en sus viajes a México, lo que ha permitido que el toreo evolucione en un arte cada vez más bello.

La película de José Luis López-Linares puede verse como una continuación del documental "El espejo enterado" que Carlos Fuentes realizó con motivo del V centenario de la llegada de los españoles a América.

El escritor dice que los sistemas políticos se han derrumbado (y se seguirán derrumbando), pero a pesar de las crisis sociales, políticas y económicas nuestra cultura se ha mantenido en pie. 

Esa herencia nos enseña que somos descendientes de indios, europeos y negros, cultivando y enriqueciendo nuestra identidad, que incluye el fervor religioso y la afición por la fiesta de los toros. Carlos Fuentes también advertía:

"Somos indígenas, negros, europeos, pero sobre todo, mestizos. Somos griegos e iberos, romanos y judíos, árabes, cristianos y gitanos. Es decir: España y el Nuevo Mundo son centros donde múltiples culturas se encuentran, centros de incorporación y no de exclusión. Cuando excluimos nos traicionamos y nos empobrecemos. Cuando incluimos nos enriquecemos y nos encontramos a nosotros mismos".

En "Hispanoamérica, canto de vida y esperanza" participa un conjunto de voces y acentos bajo el paraguas de una misma lengua que le da mucha riqueza a la película y que nos permite entender quiénes somos y de dónde venimos.