Sin falla, elección tras elección, el tema de la inseguridad era el más importante entre los candidatos. Ya fuera para criticar a quienes detentaban el poder y no lograban contener las olas sangrientas, o bien, para asegurar que quienes gobernaban, ahora sí, acabarían con los delincuentes. 

Si acaso la incumplida promesa de “acabar con la corrupción” se asomó en 2018. 

Sin embargo, en este 2021, cuando el coronavirus nos ha arrebatado la vida que conocíamos como normal y a más de uno de nuestros amigos; el tema principal de las campañas federales será la salud. 

Que si la falta de recursos etiquetados para comprar medicamentos contra el cáncer para los niños, que si la adquisición de equipos de protección para los médicos que están en la primera línea y claro, que si el manejo de la pandemia, por parte del gobierno federal, ha sido más que desastroso. 

Esas y otras acusaciones sanitarias más, serán la bandera de los opositores, pero al mismo tiempo los lopezobradoristas defenderán a capa y espada el tema de la salud. 

Dirán lo mismo que su líder. Que en México íbamos muy bien hasta que llegó la pandemia o peor aún, habrá quien sostenga que el virus que nos mantiene en vilo: “nos cayó como anillo al dedo”. 

De uno y otro lado, la salud será esa soga que cada coalición jalará para tratar de derrumbar a los contrincantes. 

La tercera ola, esa que pese a las advertencias provocaron cientos de mexicanos que prefirieron escapar a las playas en Semana Santa, dejará una nueva estela de pesimismo y cruda realidad. 

¿A quién responsabilizarán los deudos por la falta de espacios en hospitales?, ¿Cuál será la autoridad que responda cuando el oxígeno vuelva a escasear?, ¿Quién será el nuevo villano, a quién culpará AMLO del aumento de contagios y muertes? 

No lo sabemos, pero lo cierto es que ni en sueños veremos al presidente reconociendo que los mensajes como el de la Secretaría de Salud, en plena semana mayor asegurando que los contagios disminuyeron, alentaron a los inconscientes a dejar el confinamiento. 

Los gobiernos de la mega alianza tampoco sacaron 10 en la tarea de salud, pero en honor a la verdad debemos reconocer que jamás, ni cuando gobernó el PRI ni cuando lo hizo el PAN, se presentó el desabasto en las farmacias de los centros médicos, tan severo que hoy vemos. 

Los menores, casi siempre, salían de los hospitales con la vacuna de la tuberculosis aplicada. Ahora hay bebés que han cumplido un año y siguen sin contar con esa protección. 

La salud pues, será, para bien y para mal, la bandera que se intenten arrebatar los unos y los otros. 

La moneda está en el aire y deberán ser los ciudadanos, con su voto, quienes decidan si prefieren seguir con un sistema sin pies ni cabeza como el Insabi o regresar a estrategias nacionales, con fallas pero funcionales, como el Seguro Popular. 

Pobre México.