No es casual que sea el propio gobernador quien levante una voz de extrañamiento ante una lucha interna de un partido que parece ser víctima de su propia canibalización.

“Puebla no es una aldea donde vengan de fuera y atropellen los derechos de los poblanos”, así lo dijo el gobernador Miguel Barbosa, un hombre que tras sus años de legislador, entendió perfectamente el concepto que el centralismo federalista tiene de los liderazgos locales.

El pronunciamiento político fue acompañado de una fuerte crítica a las designaciones realizadas desde la Comisión Nacional Electoral, algo que en palabras de los morenistas poblanos se trató de “imposiciones”.

Morena y sus líderes, lograron lo que nadie imaginó: destrozar al partido que hace apenas tres años arrasó con todas las elecciones federales, estatales y municipales.

El poder que por primera vez sintieron algunos de los militantes los embriagó y en la cúpula prefirieron mantener esos espacios antes que cuidar a su militancia, a quienes desde antes de ser un partido estuvieron repartiendo volantes y convenciendo a la gente de que esta vez, el pueblo sería realmente representado.

La autodestrucción de Morena no debe sorprendernos. El propio líder moral del partido es en sí mismo una bomba de tiempo y de ahí para abajo, con contadas excepciones, todos los integrantes del movimiento siguen sus pasos.

El problema es que nuevamente somos los ciudadanos, los mexicanos, los poblanos, quienes pagamos los platos rotos. Morena recibió este año un millonario presupuesto mismo que no se refleja en políticos o candidatos a la altura. Los que ganaron llegan totalmente deslegitimados y los que perdieron no reconocen a sus pares.

De las propuestas, promesas u ofertas a los electores poco o nada se sabe y es lógico que a estas alturas, cuando estamos próximos a cumplir una cuarta parte de las campañas federales nos encontremos sin alternativas porque los morenistas siguen entrampados en saber quiénes sí se quedarán con las candidaturas y quienes serán bajados ante el cúmulo de impugnaciones presentadas en el TEPJF.

Nunca como en este proceso electoral, Puebla había regalado tanto trabajo a los magistrados federales quienes tienen entre sus tareas, la difícil misión de resolver más de 200 impugnaciones al proceso actual de selección de candidatos a nivel local.

La estrategia dicen, es tratar de que los magistrados resuelvan que es necesario reponer el proceso de selección de candidatos pero lo que las mentes brillantes no han previsto es que el tiempo les está ganando, además de que la repetición no les garantizará que se elijan a nuevos candidatos ni que existan nuevas quejas.

Para muestra está el caso de Félix Salgado Macedonio donde se repitió el proceso y ¡pum! Nuevamente el candidato ganador fue el mismo que originalmente se había propuesto.

La simulación a todo lo que da.

Y por si hiciera falta algo, las marchas, protestas, plantones y mítines se realizan sin cuidar las recomendaciones sanitarias para acabar con esta pandemia, demostrando que antes que la salud de sus gobernados, están los intereses electorales.

Al final, Morena y sus líderes se han convertido en una versión más abominable de esos partidos que ellos tanto criticaron.

Ganen o pierdan en las próximas elecciones, su mayor reto será mantener y reconstruir su propio partido, una tarea para la que evidentemente no están preparados. ¿Podrán con ella?

Veremos y diremos.