La elección que estamos por vivir será una de las más importantes para la historia de México principalmente porque marcará el camino de la continuidad del tlatoani del Palacio Nacional o bien, el inicio de su caída.
Con los votos de los poblanos se definirá si la reelección en la capital y otros municipios es aprobada o si por el contrario, el enojo y el reclamo social pesa lo suficiente para arrebatar el timón a los alcaldes que buscan repetir en el cargo.
En el tema del Congreso local también sucederá algo similar.
Pese a lo importante de este proceso electoral, desde ahora podemos vaticinar que será muy difícil que los candidatos levanten el ánimo y generen que los votantes acudan masivamente a las urnas el domingo 6 de junio.
Muchas son las causas que justifican la apatía ciudadana, aquí algunas.
Incertidumbre en las candidaturas: No serán pocos los que sintiendo segura la candidatura, terminen quedándose con las manos vacías; y aunque los mayores conflictos jurídicos provienen de Morena, también se quedarán sin nada algunos suspirantes de otros partidos.
El caso es que a estas alturas, cuando faltan 15 días para el arranque de las campañas locales, entre las impugnaciones, la opacidad y las cuotas obligatorias, nadie sabe a ciencia cierta si está dentro o fuera de las boletas.
La ambición y voracidad de la enorme lista de suspirantes tanto en Morena como en el PAN provocó que muchos queden fuera de las boletas, con la enorme posibilidad de que terminen por hacer huelga de brazos caídos el día de la elección. Sin descartar que los dolidos terminen operando en contra.
Complicaciones en la boleta: En algunas localidades, la disputa será claramente entre dos coaliciones, la de Va por México y la de Juntos Haremos Historia; sin embargo, en algunos municipios o distritos, los partidos que se aglutinan para ciertos cargos, en unos van juntos, en otros en solitario y hasta en coaliciones distintas.
Este revoltijo electoral será difícil de explicar para quienes pedirán que a nivel federal voten por el candidato de un partido contra quienes pelean a nivel local.
Campañas fugaces: Para las diputaciones locales y los Ayuntamientos, en esta ocasión, las campañas sólo serán de 30 días y con topes de gastos francamente ridículos. Si consideramos que muchos de los abanderados son ilustres desconocidos, la mayoría de los votantes llegarán —los que se animen— a ojos cerrados sin conocer ni la cara de sus futuros gobernantes.
Aunado a esa complicación tenemos la pandemia que obliga a que las reuniones sean con muy pocas personas, en lugares abiertos, con medio rostro cubierto y sin los habituales saludos y abrazos. Por más que se asoleen en cruceros regalando volantes, no lograrán penetrar entre sus electores. Regalar folletos es absurdo y lo hacen todos, pero no van de jefes de manzana o presidentes de colonia, los distritos son muy grandes y requieren miles de votos.
Descrédito de políticos: Las detenciones y el encarcelamiento de figuras políticas reafirma en los electores la pésima imagen que el mexicano tiene de sus autoridades políticas.
Las acusaciones por peculado, desvío de recursos, violaciones, agresiones y tráfico de influencias, entre otras; poco nos animan a dejar nuestras actividades de domingo para salir a votar por alguna o alguno de los que aparecerán en nuestras boletas.
El riesgo de votar: Entre el virus que apareció desde 2019 y mantiene a muchos acuartelados en casa y con clases a distancia y el descrédito -orquestado desde Palacio Nacional- contra el INE, crean un quinto factor que pesará entre quienes sí tienen la intención de decidir el rumbo del país.
Por estas cinco razones, es previsible que esta elección intermedia sea una de las que presente mayor abstencionismo en la historia reciente del país, pese a que se trata de la más relevante, por el peligro en que hoy se encuentran las instituciones del estado mexicano.
Si a usted le falta una razón para votar y se suma al vergonzoso renglón del abstencionismo, sabrá que como ha sucedido con los partidos en el poder, le estará cediendo esa potestad a las estructuras de YSQ para que sean sus ejércitos electorales los que inclinen la balanza.
Puede usted estar de acuerdo o no con el rumbo que ha tomado el país con la 4T, pero ya sea para avalar o para rescindirle el poder, es importante que sea el ciudadano quien defina el futuro y no los operadores y beneficiarios de los programas sociales, por la apatía de todos los electores omisos.
Sin necesidad de encuestas, el resultado de la elección dependerá del porcentaje de abstención. Si no pasa del 35 por ciento, la elección será para el duelo de las estructuras.
Ni más, ni menos.