El aguacate mexicano es uno de los productos de mayor éxito en el mundo. En el 2020, las exportaciones de aguacate fueron mayores a los 2,900 millones de dólares, con lo que esta fruta superó otros productos agroalimentarios mexicanos que también se venden con éxito en el extranjero como el tomate, pimiento, cerdo y berries. La marca Avocados From Mexico tiene cerca del 80% de participación del mercado de aguacate norteamericano. Si bien hay producción de aguacate en distintas localidades mexicanas, Uruapan y sus alrededores en Michoacán se han convertido en la capital mundial del aguacate. Un vergel que es ejemplo de productividad, cooperación y organización.
Invitado por un grupo de empresarios tapatíos que querían conocer la tecnología y los procesos que han convertido a las empacadoras michoacanas en un ejemplo mundial, hace unos días visité Uruapan. Cual sería mi sorpresa que, entre huertos de aguacates, me topé con la ganadería Dóddoli Hermanos que, con romanticismo y cariño, administran los hermanos Raúl, Alberto y el matador Francisco Dóddoli.
En la entrada del cortijo nos estaba esperando el maestro Paco Dóddoli. Elegante, dilecto, desbordando afición y proyectando amor por la tauromaquia. Si bien el apellido es de origen italiano, el primer Dóddoli que inmigró a México a principios del siglo XX ya era aficionado a los toros. Había visto a Fermín Espinosa “Armillita chico” en sus temporadas europeas antes del boicot del miedo y estaba ilusionado por verlo torear en tierras americanas. Le transmitió la afición a su familia y su hijo fue aficionado práctico y precursor del hierro que hoy lleva el nombre de Dóddoli Hermanos. La ganadería se fundó con simiente michoacana de Campo Alegre y la siguiente generación agregó sementales de Xajay.
Paco no se conformó con con ser ganadero. Su afición lo llevó a vestirse de luces. Tomó la alternativa el 15 de marzo de 1981 en Morelia de manos de Curro Rivera, llevando de testigos a Mariano Ramos y Manolo Arruza con toros de Mariano Ramírez. La confirmó en la Plaza México el 7 de agosto de 1983, con el torero catalán Joaquín Bernardó como padrino, Silvano González “Gallito” de testigo, con toros de Tequisquiapan. Los aficionados de Guadalajara aún recuerdan una faena a un toro de El Junco en octubre de 1985 al que le cortó las dos orejas.
Paco Dóddoli es un hombre culto que habla con pausa y sencillez. La finca refleja la calidez de su personalidad. Tiene una plaza de tientas construida con piedras de la región y un cuarto lleno de recuerdos de la vida taurina de la familia. Soltó un par de becerras y un novillo para que los invitados saciaran sus ansias de novilleros. Lo mejor fue que lo pudimos ver torear. Se mantiene en forma, tanto que me atrevo a pensar que aún le queda el terno con el que tomó la alternativa. Verlo torear es tan placentero como hablar de toros con él. Es un diestro vertical, templado y variado. En la faena al novillo se adornó con unos kikirikis que bien los pudo haber firmado el más fino de los artistas sevillanos.
Al término del festejo, me dio coba. Otórgome una oreja, no por lo que hice en el ruedo sino por la defensa a la fiesta brava que hemos realizado en este espacio y en otros foros.
Paco Dóddoli es un digno representante de los toreros michoacanos. Que como Jesús Solórzano, Abel Torres “el Papelero” que tomó la alternativa en la Real Maestranza de Sevilla, Enrique Fraga, Teodoro Gómez, Marbella Romero, Hilda Tenorio, Jorge Sotelo, Antonio Mendoza entre otros, han llevado el nombre de Michoacán por las plazas del mundo.
Michoacán no sólo produce el mejor aguacate del mundo. También es tierra de toros, de hombres trabajadores, empresarios productivos y de toreros valientes.