Recientemente se informó del “rescate” de 240 migrantes que estaban en una bodega en Bosques de Manzanilla, pocos días antes se notificó de otro “rescate” de 87 personas más.

En los últimos dos meses, las operaciones del Instituto Nacional de Migración (INM), ese que dirigió Ardelio Vargas en tiempos de Enrique Peña Nieto, han sido muy “fructíferas”.

Y pongo las comillas porque ya lo dijo el gobernador, las noticias de los migrantes siempre son dolorosas, amargas.

Si bien se puede decir que se “rescatan” de los polleros o de quienes los obligan a traficar, lo cierto es que caer en las manos de La Migra, sea gringa o mexicana, representa una enorme frustración porque existe una enorme posibilidad de ser deportados.

Y entre los más vulnerables tenemos a niños y adolescentes que viajan sin acompañantes, a la buena de Dios, a quienes los tratados internacionales según protegen pero que al final son a los primeros que suben a un avión y los deportan a su país de origen o peor aún, los dejan en cualquier lugar fuera de nuestras fronteras.

Al complejo fenómeno de la migración también le urge nuestra atención, aunque claro está, a los políticos les conviene evadirlo porque al final, los migrantes no votan pero sí representan un enorme negocio.

“El miedo no anda en burro”

Y si hablamos de los políticos que acostumbran evadir no podemos dejar pasar la sorpresa con la que amanecimos el pasado jueves, al término del periodo ordinario de sesiones en el Congreso de Puebla.

El cerco policial al edificio legislativo claro que llama la atención. Forma es fondo, en política no hay de otra, y cuando se impide el paso al Congreso evidentemente se cumple aquello de “el miedo no anda en burro”.

Porque se cumplió lo que ayer le comentaba en este mismo espacio, la LX Legislatura prácticamente se despide de la peor forma, con desprestigio social y más cuidando sus formas que a los poblanos que dieron los votos a estos diputados.

Si no pasa algo extraordinario esta imagen nos llevaremos: policías apostados en extremos del Congreso.

Y tenga a la mano que la siguiente legislatura tendrá mucho que trabajar para borrar esta reputación que de vergonzosa pasó a impresentable.

¡Vaya manera de bajar la cortina!