Este fin de semana oficialmente iniciaron los Juegos Olímpicos Tokio 2020, una justa deportiva envuelta en la pandemia del Covid, sin público en las competencias, con rostros cubiertos por cubrebocas y con la zozobra de los contagios internacionales.

Una vez más el espíritu deportivo se impuso y los JJOO se lograron realizar tras aplazarlos un año.

Algunas naciones y competidores utilizaron estos 12 meses extra para incluir a competidoras que apenas alcanzaron la edad mínima, como en el caso de las gimnastas o a deportistas que lograron sanar de alguna lesión y registrarse.

Pero para el deporte del gobierno de López Obrador, este año, como todo lo que va de su sexenio, simplemente fue perdido.

Aunque se sabe con bastante antelación del reto internacional, la 4T y sus funcionarios no fueron capaces ni de retener al talento y menos de apoyarlo, por el contrario, se convirtieron en la losa que aplastó los sueños de dos deportistas de alto rendimiento a quienes la Federación Mexicana de Ciclismo registró en pruebas donde no eran aprobadas y omitió apuntarlas en donde tenían altas posibilidades de podio.

En el caso del Tiro con Arco que abrió el medallero para México, también la burocracia cuatrotera evitó que Gabriela Bayardo siguiera representando a nuestro país como ella deseaba tras haberse formado deportivamente aquí. Por increíble que parezca Holanda le ofreció las oportunidades para que siendo nacionalizada, pudiera participar en estos juegos olímpicos. El talento de Gabriela no está en duda y la medalla de plata, lo reitera. Nadie sabe para quién trabaja.

En clavados, una disciplina donde nuestro país ha destacado, los fallos administrativos también dejaron fuera a una pareja que incluía a la leyenda viviente Paola Espinosa, perdiendo la oportunidad de hacer sonar nuestro himno en Tokio.

Bueno hasta en el boxeo, un deporte en donde tenemos estrellas de peso, terminaron por hacer un caos. En enero de este año, el titular de la Comisión Nacional del Boxeo (Conabox), Miguel Torruco Garza, prometió medallas con la selección que llevó al país del sol naciente. Sin embargo, no logró enviar a los profesionales con los que prometió al presidente traer una medalla de oro. Evidentemente, el fracaso del boxeo está garantizado.

Son eventos de esta envergadura donde se refleja el apoyo que cada país le da a sus atletas, no sólo en instalaciones o el pago de becas para que se dediquen a entrenar, sino también con la colocación de personas con capacidad en los puestos clave para lograr que el enorme esfuerzo de los atletas se traduzca en metales.

Pero ya lo vimos, a AMLO y a Ana Gabriela Guevara les vale un cacahuate pisotear el esfuerzo y la dignidad de nuestro deportistas, anteponiendo los intereses y la demagogia en lugar de apostar por el talento deportivo. Y lo peor es que las consecuencias las pagaremos en dos o tres ciclos olímpicos porque está claro que los representantes que hoy nos hacen vibrar con sus buenas actuaciones, son resultado de años de esfuerzo, años que no iniciaron en esta administración federal.

Ah pero eso sí, ya estoy viendo al presidente haciendo una covi-reunión en Palacio Nacional durante la mañanera para presumir y colgarse las medallas que obtengan nuestros atletas.

Lo que sí es un hecho, es que sí todo el dinero que AMLO ha destinado al béisbol se entregara realmente a proyectos de detección de talento y desarrollo de alto rendimiento, tendríamos un  mejor futuro para nuestro deporte.

Tristemente, al presidente lo único que le gusta es macanear y cómo ya lo vimos, lo ponchan hasta pinchándole de nenita.

Estamos fritos.