Sin duda preocupante que el gobierno federal morenista insista en retomar la política de subsidios a sabiendas de que puede repercutir negativamente para las finanzas públicas más aun cuando se ha ido documentando la reducción de ingresos públicos, que responde justamente a la crisis económica que padecen las familias mexicanas, derivada del Covid.
Los que saben señalan, que la inversión pública es necesaria para el desarrollo y no puede ni debe ser sustituida por la política de subsidios. Ojalá que el nombramiento del nuevo secretario Rogelio Ramírez de la O ayude, pueda opinar y que le escuchen para evitar problemas mayores que surjan por este motivo, como ya sucede con las gaseras que amenaza con extenderse.
Por ello cuando hay buenas noticias hay que celebrarlas y comentarlas y justo lo es, que en Puebla dos mujeres han dado a conocer su intención de contender en el proceso de sucesión de la Rectoría de mi alma mater la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, ambas académicas de alto nivel con un historial de décadas dedicado a la propia universidad en sus diferentes espacios.
En la historia milenaria de esta Institución fundada en 1587 (Esparza, 1998) llegó el momento que, durante muchos años, muchas mujeres esperaron, abrir en definitiva el espacio de primer nivel de poder antes solo imaginado para hombres, que permitirá, además, consolidar los ya alcanzados por otras mujeres que han ido rompiendo “los techos de cristal” en otros espacios de dirección al interior de la estructura orgánica de la universidad.
En datos del Instituto Internacional de la UNESCO para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (UNESCO- IESALC) solo un 18% de universidades públicas en la región tiene a mujeres rectoras, de donde se deriva la afirmación de que el liderazgo en las universidades públicas sigue en manos de hombres, a pesar de que la matrícula universitaria muestra un número mayor de mujeres. Por otra parte, aunque las mujeres ocupan un alto porcentaje de cargos docentes, los escalafones de más alta jerarquía están ocupados en mayor número por hombres.
En universidades mexicanas solo seis mujeres ocupan el cargo de rectoras, de un total de 36 universidades.
Lo importante ahora es observar que las condiciones para la contienda sean equitativas e igualitarias, se vean reflejadas, y que desde el interior de la Universidad sean establecidas y garantizadas para las diferentes etapas el proceso, porque como bien han señalado expertas como Magdalena del Rosal, “las mujeres que buscan alcanzar el rectorado en universidades (…) circulan por tres arenas de disputa: organizacional, académico científica y política.”
De ahí importante sin duda celebrar que poco a poco las mujeres deciden participar en espacios públicos de decisión en los que antes era impensable, aun cuando sea por encima de las malas noticias que todos los días desde el púlpito presidencial nos regala el gobierno federal.