Como se lo adelantamos en la última entrega, ya existía un plan B para renovar a Genoveva Huerta, quien se aferra con las uñas al cargo que le regaló la finada Martha Erika Alonso.

De los últimos vestigios del morenovallismo, la presidencia estatal del Partido Acción Nacional (PAN), se niega a desaparecer.

Y es que les anticipamos que los grupos opositores, encabezados por Marco Castro, ya tenían con quién y cómo hacer frente a los candados que puso Marko Cortés.

Hace unos días el Comité Ejecutivo Nacional del PAN aprobó, por unanimidad, integrar la paridad horizontal y vertical de género en la renovación de las dirigencias de los Comités Directivos Estatales.

Este domingo, finalmente salió a todas luces quién: Ana Teresa Aranda.

Y dicen que hubo un sismo en las oficinas del PAN estatal.

La pelea fratricida será sin cuartel, si es que no llegan a una negociación que beneficie a ambas partes.

Así que Genoveva, ya guardó las champañas.

Como ya les comenté, quien tenía serias posibilidades de sustituir a Geno, era Marcos Castro, quien forma parte del equipo del presidente municipal electo, Eduardo Rivera Pérez.

Iba a ser clave esa posición para las aspiraciones futuras del alcalde electo.

Con los cambios le conté que surgió el plan B y con AnaTere, matan el discurso de la misoginia y ataques de género.

Ahora es cosa de tiempo.

¿Libertad de expresión?

La semana pasada con la excusa de la libertad de expresión, el medio de comunicación del nefasto Manlio López, circuló la dirección de la casa particular de la directora de comunicación del gobierno del estado, Verónica Vélez.

Sin la menor ética periodística y con tal de saciar sus apetitos de venganza, al no haberse consentido sus caprichos políticos, trató de atacar a la funcionaria.

Pero al no encontrar nada a la comunicadora, sin la menor prudencia publicaron que en su casa había una patrulla resguardándola, ya que presuntamente ladrones pretendieron robarla por tercera ocasión.

Y es que cabe recordar que, en 2018, en dos ocasiones la misma vivienda fue asaltada, justamente cuando estaba trabajando en la campaña del ahora gobernador Miguel Barbosa.

Se supo posteriormente que el autor de ese ataque, presuntamente fue la mano ejecutora del morenovallismo, Eukid Castañón.

Ahora, tanto Manlio López, como un par o hasta tres que se dicen periodistas, tratan de orquestar una campaña, luego de que fueran descubiertos como posibles voceros del huachicoleo en Puebla.

En su desesperación y al ser neófitos en el periodismo para hacer una verdadera investigación, empezaron a difamar para protegerse.

Lo malo es que es que, con esa ineptitud, con o sin el propósito, dieron santo y seña de la dirección de la funcionaria, poniéndola en riesgo.

Verónica es muy conocida en el gremio periodístico desde hace muchos años, de honestidad probada, al ocupar distintos lugares, desde una redacción, hasta la oficina de comunicación de dependencias.

Ahora al ser funcionaria pública, y con el contexto en el que vivimos, no se le puede poner en ese riesgo no solo a ella, sino a su familia, como el ir a sacar fotos a su casa y publicarlas.

Y mucho menos hacerlo con el escudo de la “libertad de expresión”.

Gente así es la que denigra el oficio, el que de por sí ya está muy vapuleado.

Pena ajena.