¡Vaya, vaya, Tacubaya! No cabe duda, mi manada, que a estas alturas ya nada nos espanta de la polaca poblana. Al menos eso creía su héroe de barrio hasta que el camaleónico Juan Carlos Natale reapareció en escena nacional.

Y es que como sacado de la manga, literalmente se le cumplió aquello de vivir Navidad en agosto al tomar protesta como diputado federal, ¡pero en la Tercera Circunscripción!

Le dio la espalda a la tierra camotera que tanto poder le dio a costa de propios y extraños en años bien recientes y ahora resulta que defenderá a capa y espada desde su curul a Campeche, Chiapas, Oaxaca, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Yucatán.

Tal parece que el Juanca ya olvidó el calorcito del Congreso poblano, donde nomás iba a calentar las curules pa’ ver qué raja sacaba y se fue a probar suerte en los brazos de una circunscripción ajena.

Y eso apenas es la puntita. Porque resulta que su nuevo hueso va a ser patrocinado por el Partido Verde. Sí, el mismito al que despreció en 2018 y declinó en pleno debate de senadores por Morena. O qué, no se acuerdan?

Calañas vemos, oportunistas no sabemos, carnalitos, y es que luego del oso de bajarse de la candidatura al Senado en aquel año, renunciar al Verde y jurarle amorcito a Morena, se le acabó la pasión al dandy.

No es por nada, pero si así le juega al vivo, ahora entendemos porque le encanta eso de ponerse a nadar de muertito y esperar que la corriente lo lleve a ver qué pesca.

Sólo de esa manera entendemos que caiga al Verde y que el partidito del tucán lo reciba en sus filas como todo un hijo pródigo.

Ya nomás falta que el PVEM le ponga casa, vestido y sustento para ponerse de pechito con tanto malogrado desprecio.

¿Será acaso que Marcelo Ebrard metió mano para echarle una manita a Natale y mandarlo sin escalas a San Lázaro?

Y es que en política, mi manada, ya es toda una costumbre aquello de piensa mal y acertarás.

Porque aquí entre nos, nada bueno se puede esperar de esta dupla de rudos que con piquete de ojo, escupitajo en la frente y pisotón en los callos han llegado a las arenas que pisan.

¿O me equivoco?