En un par de días el gobierno de Claudia Rivera fenecerá. No lo hará con los mejores recuerdos ni siquiera con el aplauso de los ciudadanos que durante tres años se quedaron esperando que esa ola lopezobradorista realmente fuera diferente y la esperanza y el cambio llegara a sus calles, a sus negocios, a sus vidas.

Es verdad que el desgaste propio del poder y la pandemia mermaron –y mucho- los avances que se pudieron (o no) realizar en los 36 meses de gobierno, sin embargo, es justo señalar que antes de la llegada del Covid a nuestras vidas, tampoco se notó una administración fuerte ni con rumbo.

Así sin rumbo, sin idea y sin formas, ayer se aprobó una centena de basificados en una sesión extraordinaria de Cabildo opacada por una protesta de sindicalizados que, además de mostrar su lado vandálico, dejaron al descubierto que la política, el diálogo y el consenso fueron parte de las deudas que Claudia Rivera deja en el Ayuntamiento de Puebla.

La intolerancia reflejada con la prohibición para que los regidores de Acción Nacional ingresarán al Cabildo, retrata perfectamente la manera en que se operó el gobierno municipal.

En el fondo, la entrega de bases podrá ser fácilmente “revisada” por la próxima administración y al margen de que esos “trabajadores” puedan o no permanecer en la nómina, el problema es que una vez más, Claudia confrontó a los poblanos, al igual que todos los días lo hace su alter ego —al que ella mitifica— en su mañanera.

La cazadora de mariposas y su extraño amor a los animales

Una característica más del gobierno que termina esta semana es la incongruencia. En estas últimas horas se pretende aprobar el Programa Integral de Bienestar Animal para el Municipio de Puebla que en su dictamen incluye como Objetivo General: “Promover el bienestar integral de animales silvestres, de producción y de compañía en el municipio de Puebla, a través de mecanismos institucionales que fortalezcan la participación y corresponsabilidad gubernamental y ciudadana en el bienestar animal”. 

Así mismo se habla de 5 libertades para el bienestar animal, entre ellas que deben estar libres de sed, temor, angustia, dolor y manifestar un comportamiento natural.

Hasta ahí todo bien, pero me pregunto si quien ideó, palomeó y aplaudió la idea de meter cientos de mariposas vivas en cajas de madera, donde deberían permanecer por varias horas, sin considerar que los insectos morirían de manera indefectible, con el único fin de verlas volar al término de su último informe, puede abanderar la defensa de los animales.

¿Verdad que no es lo mismo predicar que ejercer?

Si realmente quieren a Puebla, lo mejor que podrían hacer es cerrar decorosamente estos últimos días. Y si esto implica ya no hacer nada, mucho se les agradecerán sus últimas omisiones.

Total, ¿qué tanto es tantito?