En México se generan 120 mil 128 toneladas de residuos sólidos al día y una gran parte no se maneja adecuadamente debido a la falta de rellenos sanitarios, sitios de disposición final de la basura, según Nancy Jiménez, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), citada por Carolina Gómez Mena en La Jornada del 20 de noviembre de 2021.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación (CONEVAL), para el año 2020 la población mexicana en pobreza se estimaba en 55.7 millones de personas con un promedio de 2.4 carencias, y en desigualdad, entre 2000 y 2019, el 10 por ciento de la población, los más ricos, captó el 59 por ciento de los ingresos nacionales, correspondiendo solo el 41 por ciento del total de ingresos al restante 90 por ciento de los mexicanos, según Leticia Hernández, (El Financiero, junio 2021).

Esto muestra que la pobreza y la desigualdad son aún los más grandes problemas nacionales.

Diversos estudios describen que en los últimos 70 años hemos perdido más de la mitad del agua disponible anualmente para cada mexicano, al pasar de 11 mil metros cúbicos en 1950, a solo 4 mil 700 metros cúbicos en la actualidad. Se ha perdido el 90 por ciento de la pesca en los ríos del país y, en los mares se ha pescado ya el 90 por ciento de las especies más grandes.

Somos un país con problemas de obesidad y sobrepeso, estando entre los primeros lugares del mundo y más de 7 millones de personas tienen problemas de diabetes. En materia ambiental, hemos perdido grandes cantidades de suelo fértil, grandes masas forestales y hemos reducido drásticamente la fauna silvestre.

No obstante que contamos con infraestructura para tratar el 63 por ciento de las aguas residuales generadas por las diversas actividades humanas, más de la mitad de esa infraestructura no funciona por falta de recursos para su operación, y el 37 por ciento restante de las aguas residuales se van a barrancas y ríos sin ningún tratamiento.

Asimismo, la inseguridad pública, el transporte y la movilidad urbana, la productividad agroalimentaria, la falta de servicios técnicos, tecnológicos, financieros y logísticos para el desarrollo social, forman parte del rosario de problemas y necesidades nacionales que no han sido atendidas ni antes ni ahora, y más grave aún es que no se ve para cuando ni quién pueda resolverlas porque no hemos preparado líderes.

Hemos formado muchos profesionistas, invertimos altos porcentajes de los presupuestos nacionales en educación, hacemos y deshacemos reformas educativas, pero no hemos formado líderes para resolver los principales problemas nacionales.

La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en el primer semestre de 2018, señala que los profesionistas ocupados en México ascienden a 8.5 millones de personas con un ingreso promedio de 11 mil 300 pesos mensuales; 80 por ciento de ellos son subordinados, 6 por ciento son empleadores y el 13 por ciento trabaja por cuenta propia.

La formación profesional predominante es extremadamente general y con una carga excesiva de teoría sobre la práctica. Sabemos de todo, pero no somos buenos en nada.

No se incluyen los problemas reales de las familias, de las comunidades ni de los sectores productivos en los contenidos educativos. Los esfuerzos de vinculación de las escuelas con las comunidades han sido realmente pobres.

El sistema educativo nacional aún no ha hecho la tarea en educación alimentaria y nutricional, educación para la vida y el trabajo, educación ambiental, educación financiera, y abandonó la educación cívica y ética. Educar hoy para no castigar mañana es algo desconocido. Y, los que no pueden seguir en la escuela se van literalmente al abismo. Casi 80 de cada 100 mexicanos que se inscriben a la primaria no llegan a la universidad.

Las revisiones de los contenidos educativos, los cambios en los programas de estudio y la creación de nuevas carreras se enfrentan con frecuencia a obstáculos burocráticos e ideológicos a tal grado que muchas materias y carreras se imparten sin cambios desde hace décadas; y, la formación de posgraduados ha resultado, en muchos casos, tardado, costoso y desvinculado de la realidad socioeconómica, porque el nivel de preparación obtenido ya no permite fácilmente la convivencia con niveles profesionales inferiores.

Derivado de la experiencia práctica adquirida durante el desempeño de responsabilidades públicas y privadas, considero que para resolver los problemas nacionales que cada día se agravan, requerimos retomar la planeación nacional, despojarnos de ideologías, crear políticas públicas, identificar a los mejores en cada problema que nos aqueja, formar los recursos humanos faltantes, pero principalmente, formar líderes en las áreas requeridas por el desarrollo comunitario a corto, mediano y largo plazo.

Nuestra propuesta consiste en invertir en un Plan de Formación de Líderes para Impulsar el Desarrollo Comunitario, Regional y Sectorial a través de la realización de estancias cortas, de 1 a 3 meses, para que jóvenes del último semestre de bachillerato y universidad, con ganas de ser alguien, se preparen en instituciones y/o empresas de municipios, estados o países líderes donde ya resolvieron los problemas que tenemos, y que al regresar, estos futuros profesionistas, puedan desarrollar proyectos propios, ser agentes promotores de innovación y soluciones, pero sobre todo sean los Líderes que guíen el desarrollo de comunidades y regiones.