Inicia el cuarto año de ejercicio del Gobierno Federal, y con ello, la cuenta regresiva del actual sexenio del presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, y algo no está funcionando.
Los datos con que arranca esta segunda parte del gobierno del presidente López Obrador inquietan, no sólo a los mercados por la incertidumbre que han generado sus decisiones económicas y políticas versus el nombramiento de Banxico; inquieta a las familias una inflación mayor al 7 por ciento, ya que encuentran que el costo de los alimentos sube y sube, que el gas y la gasolina tampoco bajan sus precios, que las personas que viven en pobreza aumentan muy a pesar de ese apoyo económico de recursos públicos “directo” que les dan. Inquietan, sin duda, las notas periodísticas que documentan salidas de capitales del país. ¿Falta de estabilidad económica?
Inquieta la costumbre que tiene el presidente de que cuando una ley no le gusta o no le conviene, si no puede cambiarla emite sus “acuerdos presidenciales” que violan la ley y que día a día hace que su gobierno transite hacia la opacidad y la corrupción que tanto criticó. No hay licitaciones. No se rinden cuentas del recurso público. No se transparentan contratos.
En los últimos días muchos países en el mundo ya se preparan para la nueva ola de Covid que con otra cepa, la variante Ómicron, ya se presenta, y una vez más en México, declaraciones irresponsables encaminadas nuevamente a destrozar a las familias con la muerte de alguno de sus miembros. A pesar de que 300 mil familias hemos perdido a familiares o amigos y muchas más personas han enfermado, pareciera que no aprendimos de los terribles resultados que tenemos, y muy rápido olvidaron que ocupamos el cuarto lugar mundial en muertos por Covid; y qué decir de los efectos desastrosos de la falta de medicamentos y los terribles errores cometidos en el sistema de salud. Vaya, ni el avión presidencial han podido vender.
Muy inquietantes los niveles de inseguridad en general, bien ha sido documentado que estados de la república viven con zonas cada vez mayores bajo el control del crimen organizado, -Zacatecas, Michoacán y Guerrero, como ejemplo- pero hay otros estados como Puebla con la delincuencia organizada en el robo de ductos de gas y gasolina, que ya sentimos las consecuencias de la falta de atención de esta problemática.
A todo ello sumamos los datos aterradores reflejados el pasado 25 de noviembre, “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres”, que seguiremos conociendo derivado de los dieciséis días de activismo en contra de las violencias contra las mujeres.
“Si a los cuatro mil 536 feminicidios perpetrados de 2015 a 2020, sumamos los 14 mil 888 homicidios dolosos registrados en el mismo periodo, resulta que, en seis años, 19 mil 424 mujeres que eran madres, hijas, hermanas y esposas fueron víctimas de muerte violenta”.
“Si a los 19 mil 424 feminicidios y homicidios dolosos le sumamos los 19 mil 339 homicidios culposos de mujeres, en seis años se cometieron 38 mil 763 delitos contra la vida de las mujeres y las niñas” (Nosotras Tenemos Otros datos, 2021).
Considerando estos datos recientemente presentados, realmente son 20 Mujeres asesinadas diariamente en México, y esto no puede considerarse como un tema que está “de moda”, como lo señaló el presidente López Obrador. Ahí la petición -ese día- de una Declaratoria de Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres para todo el territorio nacional.
Algo se está haciendo mal, esas maniobras presidencialistas están dando malos resultados, esa opacidad está generando impunidad y corrupción y está dejando a las mujeres y a los mexicanos/as en estado de indefensión, pareciera que se quiere gobernar desde lo oscurito.
No están dando resultados. Retrocesos. Políticas públicas erráticas ¿Reconocer derechos para seguir violentando a las mujeres? ¿Continuar negando la realidad que las mujeres sufren más con las crisis económicas que los hombres? ¿Continuar negando la capacidad de defensa de las mujeres, ubicándolas tan solo como víctimas?
En un régimen de legalidad, es necesaria una política para la legalidad, que deje de ubicar a las mujeres como “daños colaterales”, que atienda las causas que originan las violencias y se encamine la ruta hacia la erradicación de la impunidad en delitos que se cometen contra las mujeres y dejar de una vez por todas de hacer más maniobras políticas y puestas en escena.
¿Cuáles han sido los resultados de militarizar al país? O será que tantas responsabilidades y sus nuevos roles asignados por el presidente los está distrayendo de sus tareas, porque hoy, lo mismo construyen bancos, que aeropuertos, refinerías, o sistemas ferroviarios -tren maya- atienden emergencias, vigilan puertos mercantiles y aduanas y hasta tienen la responsabilidad de la seguridad pública.
A todo debemos agregar esa convocatoria irresponsable a una concentración masiva para “celebrar” el inicio de su cuarto año de gobierno con una fiesta que llamó “combativa” -de repente como se les olvida que son gobierno- será que se ¿combatirán a sí mismos? a sabiendas de la llegada de una cuarta ola del Covid.
Lo cierto es que el presidente López Obrador ha preferido continuar no solo con su mismo discurso de campaña, sino también ha optado continuar en campaña política, que por cierto sabe hacer muy bien. Actualmente arrecia sus recorridos justo en los estados de la república que el próximo año tendrán elección para las gubernaturas: Quintana Roo, Oaxaca y Aguascalientes; sin dejar de señalar el juego sucesorio que abrió él mismo con su “apertura de corcholatas”. Toda una puesta en escena.
Inicia el cuarto año del sexenio de López Obrador y los datos reflejan retrocesos, no avances. Sin duda algo se está haciendo mal.