La salud y seguridad de los estudiantes de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), es una prioridad.

Así lo demostró la actual administración, donde la rectora de la BUAP, Lilia Cedillo, congruente con lo que expone, determinó que ante la cuarta ola de casos de covid-19, simplemente no es seguro su regreso a las aulas.

Lo malo, es que ya iniciaron grupos a tratar de desestabilizar y confrontan la decisión, con grupillos para mover las aguas.

Fue así como surgió la oposición a la medida de algunos estudiantes que ya están exigiendo regresar a clases, haya el riesgo que haya.

Este grupo está siendo mal informado por Guadalupe Grajales, a quien simplemente pareciera que, con tal de hacer grilla, no importa la salud de los estudiantes.

La ex candidata a rectora, ha empezado a movilizarse con esta bandera, para tratar de meter el pie a la actual administración universitaria.

Incluso señala abiertamente que va con su grupo a democratizar a la universidad, por lo que en primera instancia que ya deben regresar a las aulas.

Con pensamientos como este, es por lo que la pandemia sigue y seguirá.

Menciona que su grupo es grande y que 15 mil universitarios la apoyaron, por lo que busca generar acción para denunciar lo que supuestamente afecta a la vida universitaria.

De este modo, ahora insiste en este retorno a clases, ya que sin ser científica, afirma que es seguro.

Lo que no dice, es que el tema no es político, sino simplemente es por salud.

Esta actitud es muy contraria a la que tiene como especialista, la actual rectora, Lilia Cedillo, quien ha sido una persona vigilante que se cumplan con las medidas contra los contagios, desde que fue titular de la Comisión Covid.

Cuando inició la pandemia en 2020 y la BUAP decretó suspensión de actividades, no había estudiantes ni médicos que hicieran las pruebas PCR en Ciudad Universitaria.

Fue entonces que la ahora rectora Lilia Cedillo y su familia, gran parte de ese año estuvieron atendiendo a la gente que iba a hacerse la prueba.

Además de que era titular del Centro de Detección Biomolécular y la titular de la Comisión Covid.

Eso habla del compromiso y de entender lo que está pasando, lo que la convirtió en una voz importante al señalar lo que venía con el Covid-19.

Al mismo tiempo, Guadalupe Grajales, que era secretaría general en ese entonces, ya andaba promoviéndose y teniendo desayunos para tratar de ser rectora, cosa que le falló.

Por eso mismo, ahora sabemos que por fortuna, la prioridad de la actual administración universitaria es y será siempre la salud y bienestar de su comunidad.

Por ello fue muy congruente la decisión emanada de la Comisión Institucional para el Seguimiento y Evaluación para la pandemia por Covid-19 privilegia la integridad de sus miembros.

También hay que decirlo, la BUAP no está parada, como se quiere hacer ver.

Las clases, la atención administrativa no ha cesado, es decir, la vida universitaria continúa y el retorno a la actividad presencial será un hecho, en cuanto estén dadas las condiciones para no poner en riesgo a ningún miembro de la comunidad universitaria.

Esto se sustenta en la información oficial de la alta letalidad del virus, la saturación en la consulta médica por enfermedades respiratorias, el incremento en la ocupación hospitalaria.

Y es fácil verlo:

De regresar a clases presenciales los 120 mil estudiantes, por lo menos se calcula que pudieran infectarse una tercera parte, sobre todo por lo altamente contagioso que es la variante Ómicron.

Esos 40 mil podrían infectar a otras 10 a 12 personas cada uno, por lo que ya hablaríamos de cerca de medio millón de personas.

Muchas de ellas con comorbilidades, que incluso vacunados corren riesgo.

De ese tamaño es el problema, por eso hay que ser muy responsables en el asunto y no solo hacer grilla política a costa de la gente.