Un apoderado es una persona que representa a los diestros frente a las empresas, y procede en su nombre, además de tener poderes de otra para representarla y proceder en su nombre.
En la vida de un torero, esta figura es indispensable, este binomio representa su carrera taurina en general. Muchos matadores de toros en retiro, con el fin de continuar en el ambiente taurino, se convierten en apoderados. Sin embargo, la carrera de apoderado es muy complicada. Es indispensable, a decir de muchos matadores de toros, que hay que ir a la par de esta figura. También, la necesidad de saber cómo se encuentra el torero anímicamente y saber entenderlo. “Sólo con la mirada se dice todo cuando hay confianza”. Tiene que haber una confianza plena y en caso de no tenerla, la relación está completamente deteriorada.
Existen diferentes matices del apoderado: empresario, entrenador o el papel psicológico. Al ser toreros “te das cuenta de que todos pasamos el mismo miedo”. Existen también una serie de variables, como son las plazas, “hay en las que el apoderado lo pasa mal”, el trato con cada torero es distinto, no es lo mismo llevar a uno que empieza o a una primera figura.
De siempre se ha considerado que era necesario que el torero fuera solo eso; que el ganadero no fuera más que ganadero; que el apoderado solo se dedicara a controlar las contrataciones, y que los empresarios se encargaran solamente de organizar festejos. Se ha pensado que la duplicidad de funciones era perjudicial para la Fiesta, sobre todo porque en el caso del empresario-apoderado se produce una competencia desleal para muchos toreros que no pueden vestirse de luces en algunas plazas. Esto es lo que se ha comentado en columnas anteriores sobre los monopolios taurinos que hacen mucho daño a los espectáculos, principalmente la fiesta brava.
El pasado 18 de febrero ha fallecido, quien personalmente considero uno de los mejores apoderados en la historia de la tauromaquia mundial. Don Rafael Báez llevó los destinos del diestro regiomontano Eloy Cavazos, por más de 40 años. Esta mancuerna logró hacer que Eloy se convirtiera en una figura no solamente en México, también en los países taurinos. La relación de ambos fue como de padre a hijo, ya que desde muy pequeño se fue a su casa a vivir. Don Rafa, como lo llama el matador Eloy, nació en Venezuela, el 24 de octubre de 1926. Llega a nuestro país a finales de los cincuentas y nunca se fue. Incursionó como matador de toros tomando la alternativa en Mérida en 1962. Don Rafa, en 2020, presentó su libro Mi verdad en los toros, siendo ésta su última aparición en público, mencionando: “Yo ya estoy para la hora que me quieran llamar. He tenido una vida muy feliz, tengo familia, tengo amigos, vi crecer y consolidarse a una de las figuras más grandes de la historia. Me siento cansado, pero muy vivo”.
En la ciudad de Cuernavaca, en compañía de su esposa Martha y familiares, dejó de existir Don Rafa Báez. Ya de estos apoderados no existen en el mundo del toro.