Las exigencias de estudiantes de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), han sido cumplidas para su regreso a clases, en medio del conflicto en tribunales.
Para ello, querían que se abriera el campus y se abrió.
Querían que se fuera la fuerza pública y se fue.
Querían que renunciara a la rectoría Armando Ríos Peter y renunció.
Lo que no han hecho en las calles de Puebla, es gritar, “¡regresen los 720 millones de dólares!”.
De eso ni pío.
Y es que la estrategia de la familia Jenkins ha sido medio informar a los estudiantes que ha sido violentada su universidad por el gobierno estatal.
Claro les omiten que el fondo del asunto fue que se llevaron las carretadas de dinero de la Fundación Jenkins a paraísos fiscales.
Por eso, insisten en que sigue “tomada” la UDLAP por el gobierno y no permiten que se regrese a clases, aunque ya tienen en su poder las instalaciones ubicadas en la ex Hacienda Santa Catarina Mártir, en San Andrés Cholula.
¿Si regresan a las aulas, quién va a gritar por ellos?
¿Lo sabrán los papás y los chavos?
Y ahora menos regresarán cuando patronato de la Fundación Jenkins perdió el amparo que promovió para restituir a sus integrantes y retomar el control.
El Juzgado Tercero de Distrito en Materia de Amparo, con residencia en San Andrés Cholula, dejó sin efectos el juicio interpuesto por el patronato de la familia Jenkins.
Incluso apenas hace unos días la rectora interina, Cecilia Anaya Berríos, se negó a asumir el cargo alegando que existía el amparo.
Se lo habíamos advertido en este mismo espacio semanas atrás, que no regresarían a clases en el campus mientras no tuvieran el control de los dineros.
Ese es el meollo del asunto.
Así de simple, realmente las clases no importan.
Se sigue usando el movimiento para hacer una presión que los beneficie en el litigio, aunque no hay argumentos reales para no regresar a las aulas.
Hacen un movimiento distractor para provocar confusión.
Y para ello, también se ha pedido ayuda de otras universidades privadas de Puebla, que conforman el Consorcio Universitario, para que mientras se puedan usar sus salones para dar clases.
Apenas el Tecnológico de Monterrey, informó que los mecanismos para albergar a los estudiantes de la UDLAP continúan en análisis.
Y es que no se han arreglado.
La Universidad Madero, recibió ya a los equipos deportivos de la UDLAP con el propósito de prestarles un lugar para sus entrenamientos, pero aún se negocia hacer las clases en sus aulas.
En la UPAEP y la Universidad Anáhuac ya hubo acuerdo.
También es simple entender esta “solidaridad”, ante la crisis económica que ha generado la pandemia en la baja de matrícula.
Sí han aceptado, claro, no de a gratis, por eso las negociaciones en los porcentajes de las colegiaturas.
Todos sabemos que esas instituciones son también grandes negocios, se manejan con un simple “time is money”.