Después de dos semanas de escándalo por la casa gris en Houston, que habitó el hijo del presidente, sin hacer nada por transparentar la situación o al menos, ordenar una investigación sobre el posible conflicto de intereses, el presidente y los suyos han entrado en una dinámica de descalificación máxima al tachar de opositores de México y hasta de enemigos y traidores de México a quienes denunciaron, criticaron, difundieron y exigieron información sobre el hecho que le quita el manto de la honestidad, austeridad y lucha contra la corrupción. Así las cosas, ahora sabemos que su hijo no es austero, no aparenta honestidad y que el caso apesta a corrupción.
El presidente ha llegado al extremo de afirmar que: “quienes hacen campaña en contra de la transformación, podrían ser acusados hasta por traición a la patria”.
Por su parte, los senadores de Morena, en un evidente exceso, afirmaron en un comunicado que: “Los enemigos no son sólo opositores a los principios democráticos y populares que encabeza el Ejecutivo, sino opositores a México y a todos los ciudadanos que buscan la justicia y la igualdad social”.
Alguien le debería decir al presidente, a sus gobernadores y a sus legisladores, que la traición a la patria es considerada en el Código Penal Federal para quien realice actos contra la independencia, soberanía o integridad de la nación mexicana, con la finalidad de someterla a persona, grupo o gobierno extranjero con sus diferentes acciones especificadas en el artículo 123 para evitar caer otra vez en el ridículo.
Con todo respeto, el denunciar que en este gobierno se les haya caído el manto de la honestidad pregonada; que se constate que su discurso de austeridad republicana está por los suelos y que su lucha contra la corrupción haya quedado como una farsa dialéctica al descubrirse la vida de lujos de los hijos del presidente, no es por ningún motivo traición a la patria.
Denunciar la altísima corrupción del auto denominado gobierno de la Cuarta Transformación, va a ser una constante por parte de la oposición, por periodistas comprometidos y por las redes sociales, ya que comenzarán a profundizar en la investigación periodística iniciada, a darse más investigaciones, más denuncias y seguramente habrá muchas filtraciones desde el propio gobierno que salpicarán a más funcionarios públicos, empresas y particulares.
Es un exceso de los partidarios de Morena considerar al presidente como “quien simboliza los ideales de la nación, de la patria, del pueblo, de la independencia, de la soberanía, de los intereses y del bienestar nacional”.
Para la mayoría de los mexicanos, López Obrador no encarna ni a la nación, ni a la patria ni al pueblo, simplemente es el presidente de México que parece no entender que el gobierno no es la patria y que la patria es primero.