Hay iniciativas destinadas al fracaso por más buenas que sean, ya que los diputados y sobre todo sus asesores no las fundamentan correctamente. Una de ellas es la de obligar a pintar con colores neutros los edificios y bienes públicos, presentada recientemente.
La idea es que en lugar de tener fachadas rojas, azules, guindas o multicolores, se utilice siempre un tono neutro y así las oficinas gubernamentales, panteones, bibliotecas y centros deportivos, estén pintados de blanco, gris o negro, sin que estas sean repintadas de acuerdo a los colores del partido gobernante en turno, o les plasmen iniciales disfrazadas en puentes o hasta se inventen terminados con talavera pirata por citar vivencias recientes.
Pero sí de verdad se quiere presentar una iniciativa de alcances trascendentes, a los colores de las fachadas habría que agregar la prohibición de actos populacheros que tienen claros intereses electorales.
¿Qué les parecería que se prohibieran actos como los eventos de colocación de primeras piedras, banderazo de arranque de obras, cortes de listones en inauguraciones y un sin fin de ceremonias que sólo sirven para rendir culto al político en el poder, cuyo mérito aparente es el de usar recursos públicos para cumplir con sus obligaciones.
Aquí permítanme un paréntesis sobre las “primeras piedras” que son una auténtica vacilada.
Ejemplos sobran pero traigo a la mesa una historia que cuenta Paco Sánchez Nolasco, cuando a finales de los noventa fue a cubrir la colocación de la “primera piedra” de lo que sería el Rastro TIF. La ceremonia la encabezaba Gabriel Hinojosa y de pronto la gente de giras se dio cuenta que les faltaba “la piedra”, así que fueron a la barranca por una y la colocaron. Al final, el Rastro nunca se construyó.
Regresando al tema de las inauguraciones, los banderazos, la salida de los trascabos y la pose para la foto, completan el cuadro del culto a la personalidad de los acomplejados funcionarios.
¿No sería mejor que se limitaran a cumplir con su trabajo y que dejaran de promocionarse con los recursos de los ciudadanos?
Si en lugar de hacer la inauguración del “campo de aviación” Felipe Ángeles, AMLO sólo informara que ya están operando las aerolíneas, la gente tendría la oportunidad de evaluar la calidad, eficiencia y funcionalidad de la magna obra.
Pero quitarle a López Obrador esas giras, sería como arrancarle su única razón de vida.
Y aclaro, el problema no es sólo Morena. En esta casa editorial denunciamos que en la administración de Moreno Valle se inauguraron hospitales que sólo eran el cascarón, lo mismo que vialidades que se inundaban o escuelas sin baños pero que todas, sin excepción, lucieron los colores y las siglas del morenovallismo.
Entonces comencemos suspendiendo esas ceremonias, que estas sean como en la primaria, para recordar hechos, o personajes de la historia y no para venerar y rendirle el culto al político.
Retomando la propuesta de la diputada del PAN, Karla Rodríguez Palacios, y del Verde, Jaime Natale Uranga para reformar la Ley General de Bienes del Estado, podemos concluir que sería una ley con buenas intenciones pero muy corta y limitada.
Por cierto, al generalizar, no contemplan motivos de excepción en el caso de los edificios históricos.
Por ejemplo, Casa Aguayo es y ha sido amarilla. Eso no significa que sea perredista. La Catedral es color vino y es un bien público, propiedad federal, que nada tiene que ver con Morena.
De prosperar la iniciativa se tendrían que cambiar los colores de estos y otros espacios históricos a blanco y gris.
La catedral fue color vino antes de que existiera Morena y Casa Aguayo es amarilla por recomendación del INAH.
Lo que sí aplaudimos es que se dejen de tirar miles de litros de pintura cada tres años en oficinas, retoques, papelería y ya de paso que dejen descansar a los muertos, pues el Panteón municipal es un claro ejemplo del cambio de colores cada trienio.
Lamentablemente, nuestros legisladores parecen pensar más en iniciativas efectistas, antes que darles los alcances de fondo que nuestras leyes necesitan.