Después de relatar diversas historias sobre mis participaciones en los triatlones, donde enfrenté corrientes submarinas, el cansancio de las grandes distancias; tener que abandonar por no prepararme bien, nunca imaginé que participaría en una de las competiciones con un espacio tan reducido, teniendo una alberca olímpica, y un circuito de pocos kilómetros para pedalear y correr.
Así en el año 1995, los organizadores o los que estaban a cargo de la Asociación Poblana del Triatlón, organizaron la competencia en la Unidad Deportiva Vázquez Raña, en sí fue un triatlón muy pequeño, aunque hay que resaltar que el manejar tres disciplinas siempre debe tomarse con toda la seriedad que se requiere, ya que la falta de una adecuada preparación puede generar un accidente.
Recuerdo perfectamente que a diferencia de años anteriores no tuve que llegar un día antes, o salir de madrugada y llegar concentrado a la competencia, como ya me había pasado en Alchichica.
Ahora la competencia era más simple, tenías que nadar 500 metros en las frías aguas de ese recinto y después tomaban la bici para dar vueltas a todas la unidad deportiva o sea que rodeabas el Parque Hermanos Serdán, el estadio de futbol soccer “El Cuauhtémoc” para después volver a pasar enfrente de la Unidad Deportiva Vazquez Raña, no sin antes cruzar frente a las oficinas de los trabajadores del estado, básicamente era dar seis vueltas.
Un recorrido de miles que miles de poblanos conocen, que han caminado cuando hay llenos en los partidos de futbol, y qué negarlo, hasta para los eventos políticos, pero ahora era una competencia que no por ser pequeña tenía menos importancia.
Cada triatlón debe tomarse con la misma seriedad; las jugadas del destino pueden estar presentes y uno no puede confiarse, ya que en cualquier momento por la falta de una preparación adecuada, uno puede sufrir un calambre nadando, o una caída de la bicicleta.
Así nadé medio kilómetro en la alberca, hay que recordar que en las competencias olímpicas la distancia mayor en la justa es de mil quinientos metros, así que no era tan corto como lo imaginan.
Posteriormente, después de dar una vuelta corriendo en ese circuito, básicamente era un triatlón suigéneris, pero lo importante de esto es que hay una imperiosa necesidad de estar participando en competencias.
Hay que resaltar que una cosa muy importante es entrenarse pero otra cosa muy diferente es participar también en eventos deportivos porque siempre los codazos, los empujones a la hora de nadar algunas veces hasta patadas involuntarias a la hora de nadar y que rebases y te rebasen en bicicleta son un fogueo que te va dando la oportunidad para convertirte en un triatleta experimentado.
Esa ocasión siempre estuve en mi tierra, buscando terminar cada etapa, fue como asistir a clases, el recordar cada momento para poder corregir errores.
Participar en ese triatlón me permitió mantenerme en forma, tener la disciplina cada día pues muchas competencias estaban por venir.
A 28 años de haberse organizado ese triatlón aún está el recuerdo de que no importa si es pequeño el circuito, se necesita de entrenamiento, concentración, y pensar como desde el principio que hay que terminarlo por etapas.