Mientras López Obrador y sus huestes, incluidos sus diputados, continúen con el ardor de la derrota cantada por la Reforma Eléctrica, difícilmente entenderán algo obvio: Necesitan a la oposición.
La Ley Bartlett no es la única reforma constitucional que el presidente ha cantado y a menos que encuentren a un muy buen conciliador y cabildero, difícilmente lograrán romper la unión que logró y mostró -increíblemente- la oposición.
¿Cuál diputado del PRI, PAN, PRD o Movimiento Ciudadano aceptará una iniciativa de AMLO después de que fueron agredidos verbalmente en todas y cada una de las “intervenciones” en tribuna de los lopezobradoristas?
¿Qué legislador del bloque opositor, que hoy están en el pedestal de los triunfadores, accedería a bajarse de él para cumplir un capricho del hombre que los llama “traidores de la patria” y amaga con “publicar sus fotos”?
Es tanta la ceguera de los fanáticos del presidente, que no se dan cuenta que esa “amenaza” de publicitar las fotos de quienes votaron en contra de la Reforma Electoral, lejos de ser con un exitoso linchamiento mediático, sumarán puntos con sus votantes.
¿Con qué cara podrán decir los morenistas que el precio de la luz, la gasolina o el gas bajó, si después de tres años de gobierno, los energéticos cuestan 20 por ciento o más de lo que costaban antes de la 4T?
Regresando a las locuras del emperador, AMLO en lugar de conciliar continúa dividiendo en dos bandos sin querer reconocer que sus ideas como la enferma reforma para desaparecer al INE o los recortes a prerrogativas y diputados plurinominales necesitarán obligadamente de casi 60 votos de la oposición, para alcanzar la mayoría calificada.
Las ardidas palabras de Mario Delgado, llamando traidores y vendepatrias a los diputados de la alianza Va por México están enterrando las Reformas Electoral, así como la de la Guardia Nacional.
Y aunque parezca increíble eso resulta muy benéfico para el pueblo de México por dos razones. La primera porque frena en seco el poder que AMLO busca concentrar y la segunda que fortalece a una oposición que durante tres años no se vio consolidada.
Con esa lógica, uno esperaría que el Instituto Nacional Electoral (INE) se encuentre en menor riesgo, ya que la elección de los consejeros no será por el voto directo de los ciudadanos, como ya amagó el presidente.
No hace falta una bola mágica para saber que después de la segunda y tercera derrota de los morenistas en la Cámara de Diputados, la imagen de perdedores, antidemócratas e intolerantes, mermará considerablemente su capital político de cara al 2024.
A eso súmele el desgaste natural que genera el poder y la ecuación parece casi redonda, de ahí que regreso a la idea de que por una vez en la vida, el berrinche del inquilino de Palacio Nacional será benéfico para los mexicanos.
La Ley Minera de cara a Puebla
Ayer por cierto, como novios despechados, los morenistas usaron su mayoría simple para avalar una reforma a la Ley Minera referente al litio. A diferencia de la Reforma Eléctrica que naufragó por los nulos oficios de Nacho Mier, la Ley Minera parece tener buenos vientos en el Senado, donde otro poblano, Alejandro Armenta ha sabido generar los consensos necesarios para ello.
Además del cabildeo, Armenta ha sido uno de sus principales promotores a nivel nacional presentando un panorama más razonable de lo que significa que el estado regule la explotación del litio.
Partiendo de la base de que nacionalizar el litio es una ridiculez, comparable a darle la nacionalidad mexicana a los mexicanos; hay que reconocerle a Armenta que a diferencia de su primo, en el caso del litio hubo una postura mucho menos beligerante que suavizó el tono de los discursos.
En Puebla por ejemplo, se sabe que buscarán que la explotación de este mineral convierta al estado en una nueva mina y un nuevo polo de atracción que genere empleos y detone la economía del estado.
¿Llegará a los poblanos este prometedor escenario?
Veremos y diremos.