Tremendo embrollo en el que se anda metiendo el presidente de la Comisión de Gobernación en el Charlie Hall, el panista, Miguel Ángel Mantilla, luego de apuntar las baterías pa’ las sexoservidoras del Centro Histórico.
Y es que tras aventarse unas declaraciones contra la banda que ejerce el “oficio más antiguo del mundo”, lejos que quedar como todo un polaco de oficio, terminó siendo venadeado por sus propios pensamientos anquilosados.
Así como lo leen, mis carnalitos, apenas nos andábamos reponiendo de la santa madrina, que unos gorilazos de Gobernación Municipal propinaron a un vendedor de frituras, cuando de nuez “la burra al trigo”.
Tal parecería que pal’ panista, una de las fórmulas pa’ maquillar la prostitución en esta Puebla camotera, es hacer que la banda deje de vestirse con tanta “frescura”, provocativamente y, pos en una de esas, con tantito “decoro”.
Eso sí, nadie en su cabal juicio se niega a que el bisne deba ser regulado por las autoridades, pero la Netflix, no hay que pasarse de tueste, pos hay una delgada línea entre opinar y dejarse llevar por las pasiones, fobias y lo que se acumule.
Si no, mis valedores, cómo interpretar las palabras del Miquelangelo cemitero, cuando al referirse a los modelitos usados pal’ sexoservicio, de “muy desagradables” no los baja.
Y pos ya que andamos encarrilados, también distingue entre la prostitución, “la que está en las calles” y, pos obvio, la que no, llevándose la peor parte la que obliga a gastar suela, pos “es un asunto de decisión personal de ellas y ellos, de los que están en las calles, de cómo se visten”.
No cabe duda, mis carnales, si ya de por sí el tema es bastante escabroso y muy pocos pueden entrarle a los “relevos australianos”, a la de a Wilbur brinca la liebre cuando frases como éstas, dejan en el aire cierto aroma a discriminación y clasismo.
No es por nada, pos si bien el pretexto es cuidarle los ojitos a los morros y sus familias, hay formas pa’ decir las cosas, no andar “aventándose como el Borras” y dejar que el inconsciente yunquista tome el control.
Es más, banda, mucho menos andar negando lo que “a ojo de buen cubero” se nota a montones, lanzar tiritos moralistas que luego lo dejan mal parado.
O qué, mis valedores, ¿cómo entender, entonces, que no sea moral que el Micky Mantilla critique que quien chambea en el sexoservicio y se viste sin decoro “rompa algunas normas básicas de buena convivencia humana y de costumbres dignas”?
Que conste que nomás son preguntas.
Ahí se las dejo al costo.