Antes de ayer mucho se habló sobre el proceso de selección para elegir a la nueva comisionada de transparencia. Lo mismo se acusó que había consentidas que vetadas.
Aunque es verdad que al ITAIPUE le urge contar con la comisionada que le falta desde que la hoy magistrada, Claudette Hannan, dejó el instituto en marzo de este año, también debemos reconocer que repetir el proceso de selección permitirá atender el llamado de los organismos civiles, quienes habían denunciado fallas.
Contrario a lo que se esperaba, esta vez los diputados sí respondieron a los intereses ciudadanos y evitaron votar en masa, sin razonar y sólo siguiendo órdenes.
Ahora la tarea, para que sea completa, será presentar una nueva convocatoria que incluya los puntos denunciados por activistas y estudiosos de la transparencia, pues como se sabe, el ITAIPUE tiene entre sus objetivos garantizar el derecho a la información pública.
Para lograr que la próxima comisionada garantice a los ciudadanos el derecho a saber en qué y cómo se gasta el erario, será necesario que las candidatas sean perfiles que realmente puedan plantar cara a los diferentes poderes y convertirse en representantes autónomos, una obligación nada fácil.
Por lo pronto esta pausa nos evita un nuevo error, como el cometido en diciembre pasado cuando se nombró a una comisionada que brincó antes del medio año a otra cartera o el de la Auditora Superior, Amanda Gómez, quien en la entrevista ante los diputados no fue capaz de explicar cómo se compone la Cuenta Pública.
¿Podrán los legisladores utilizar esta oportunidad y hacer un proceso de selección transparente e intachable?
Veremos y diremos.
El Franciscano de Palacio
De las muchas incongruencias que el presidente de la República ha pronunciado, la de pasar de la "Austeridad Republicana" a la "Pobreza Franciscana", es una de las más preocupantes.
Y lo es por varias cosas, la primera de ellas que resulta muy cómodo hablar y pedirle al pueblo que asuma una postura de “pobreza franciscana” cuando se vive en el Palacio Nacional y todos los gastos personales como comida, servicios y vestido corren a cargo del erario; y de paso, los hijos cuentan -inexplicablemente- con fortunas millonarias que lo mismo les permiten rentar casas en Houston que abrir una muy exclusiva chocolatería.
“Ya estoy pensando que vamos a dar otra vuelta a la tuerca porque hace falta darle más al pueblo y a ver si es posible pasar de la austeridad republicana a una fase superior que podría llamarse pobreza franciscana; que se acaben por completo los lujos”, fue la frase que soltó AMLO ayer en su mañanera.
Ya hemos visto que sus propuestas de “recortes fifís” nos llevan al austericidio, ese que nos costó muchas vidas en plena pandemia o tiene a miles de mexicanos sin medicinas.
Estamos a un paso de la “Indigencia Obradoriana” y eso sí que es un peligro para México, aunque él tenga otros datos.