Ahora que la Fiesta Brava está en medio del debate nacional y recibe ataques desde distintos frentes, vale la pena reflexionar sobre uno de los puntos más criticados por lo antitaurinos: el sufrimiento del toro.
Peter Singer, ideólogo del animalismo, plantea que la condición moral de un individuo está determinada por su capacidad de sufrir. Por eso propone liberar a los animales del ser humano que, para él, ha sido un terrible predador.
El discurso antitaurino utiliza como sinónimos "dolor" y "sufrimiento". La doctora Fernanda Haro explica que su significado es distinto, tan es así, que existe umbral del dolor, pero no umbral del sufrimiento (Haro, 2021).
El dolor, tal como lo define la RAE, es una sensación molesta y aflictiva de una parte del cuerpo. Todos los animales pueden sentir dolor.
El sufrimiento, en cambio, es un sentimiento. Para sufrir se requiere conciencia, tal como sucede con el amor, la tristeza o la melancolía y esto es capacidad exclusiva de los seres humanos.
Como lo explica la filósofa Alejandra Montes Serna: "el sufrimiento es la materia fundamental con lo que está hecho el lenguaje que nos define con esencia humana" (Montes, 2004, p.45)
El cardiólogo Baltasar Aguilar Fleitas lo expone de la siguiente manera: "El dolor radica en el cuerpo, tiene peculiaridades que permiten localizarlo más o menos fácilmente y referirlo a determinada patología (…) En cambio, el sufrimiento, con o sin dolor físico, es una sensación más difusa, pues radica en el alma e impregna a la totalidad del sujeto. Se instala en las entrañas, en el ánimo y en la voluntad. Afecta, incluso, a quienes rodean al sufriente (sufrimos al ver sufrir)" (Aguilar, 2016).
El toro de lidia es un ser sintiente, pero no se puede comprobar que sufre porque el sufrimiento es facultad exclusiva de los humanos.
Entonces, debemos replantear la pregunta original: ¿Qué tanto dolor siente el toro en una corrida?
El toro bravo es una animal que se ha ido seleccionando para que muestre bravura, acometividad y fuerza durante el espectáculo taurino. La evolución le ha permitido a la raza desarrollar una serie de respuestas naturales que le permiten bloquear el dolor en el sistema nervioso.
Esto lo realiza con un proceso de analgesia que consiste en liberar beta-endorfinas, que son hormonas endógeno opiáceas que se producen en el sistema nervioso central que actúan como moderador del dolor, reduciendo la trasmisión y eficacia de estímulos sensoriales (Illera, Gil & Silván, 2007).
Esta liberación se activa cuando hay una perforación en la piel del toro. En la lidia sucede cuando se le clava la divisa, durante la suerte de varas o con las banderillas.
Mientras que en el campo, las beta-endorfinas se liberan cuando un toro o una vaca reciben una cornada de otro toro. Es decir, el ganado bravo tiene una defensa natural que lo protege del dolor y le permite seguir peleando.
Los doctores José Carlos Illera, Fernando Gil y Gema Silván estudiaron 180 toros y 120 novillos lidiados en la Plaza de las Ventas de Madrid y 40 toros utilizados en festejos de recortes.
Su investigación demuestra que los toros tienen mayor estrés durante el transporte o en un festejo de recortes donde no hay perforación de la piel, que durante la lidia tradición.
También comprobaron que el estrés y el dolor es mayor al salir al ruedo que durante la faena de muleta.
Desde que se clava la divisa, los toros inician una respuesta al dolor que aumenta en forma progresiva a medida que se desarrolla la lidia.
En su tesis doctoral, el doctor Luis Alberto Centeneras Rozas, demuestra que además de beta-endorfinas, los toros liberan meta-encafalinas que es otro neurotransmisor producido en el sistema nervioso central como modulador del dolor.
Esto hace que la analgesia producida sea de tal magnitud que, conforme avanza la lidia, un toro bravo puede llegar a inhibir casi todo síntoma de dolor (Centeneras, 2014).
El toro bravo es una especie única capaz de desencadenar, en segundos, una respuesta neuroendocrina adaptativa al dolor.
Por lo tanto, carece de sentido el argumento prohibicionista que el toro sufre o que durante una corrida tiene un gran dolor.