Todas las tareas que te asignaban tus padres en la casa, había que hacerlas con rapidez, especialmente las de la mañana, las cuales empezaban a las 4:00 a.m. para salir hacia la escuela a las 7:30 a.m. y llegar a las 8:00 a.m.
La escuela era una realidad distinta a la vida cotidiana. Y, a juzgar por las estadísticas socioeconómicas y ambientales de México, la escuela ha enseñado una cosa y la realidad requiere otra. No es una cuestión de este sexenio, ya es de varios sexenios.
Pero éste ha recrudecido esta diferencia, porque al agregar contenido ideológico a las decisiones, abandonó lo poco que funcionaba y desamparó a las escuelas.
Las necesidades de mi época eran: tener agua, que buscábamos de diferentes fuentes; alimentos, que en parte producíamos en el campo; vivienda, que se conseguía según disponibilidad de recursos; vestido; que se confeccionaba en parte y gran parte se compraba: energía, a base de petróleo y keroseno para alumbrarnos y leña para cocinar y, también gasolina, para las bombas de riego.
Hacíamos más de 20 actividades económicas familiares, entre las que estaban sembrar, cultivar, cosechar, almacenar, criar animales, pescar, recoger leña, fertilizar la tierra, planear la siembra, seleccionar semillas, comercializar y comprar insumos, todo lo que necesitaba la práctica productiva agropecuaria.
Pero casi nada de esto se abordaba en primaria y secundaria, muy poco se incluyó en los contenidos educativos de la preparatoria y la universidad agronómica. Prevalecieron otras realidades, mucha historia universal, matemáticas, física, química, sin ningún sentido práctico ni vinculación a problemas reales.
Y las estadísticas nacionales hoy nos indican niveles de pobreza laboral por arriba del 40 por ciento, pobreza del 64 por ciento de la población, migración creciente que haciende a más de 400 mil detenidos en la frontera en el primer semestre de 2022 y remesas superiores a los 55 mil millones de dólares que supera los ingresos petroleros, altos niveles de deforestación, erosión de tierras, sobrepesca y pérdida de especies animales. Pérdida de acuíferos, contaminación por aguas residuales y basura. Altos niveles de inseguridad pública, desempleo, subempleo y bajos ingresos de quienes laboran.
No todo es culpa de la educación, pero una buena parte se debe a esa desvinculación que ha persistido en los últimos 40 años. La escuela no ha hecho la tarea y la política pública se ha desentendido al convertirse solo en búsqueda de poder, donde las necesidades de la gente quedan en segundo plano.
En este proceso de inventar al país cada 6 años, nos hemos acostumbrado a ver como un gobierno promueve una política y el siguiente la cancela. Así, hemos visto perdidos muchos años de posible progreso y miles de millones de pesos tirados inútilmente.
Al inicio de este gobierno de la 4T se han revertido varias iniciativas de las que no se han conocido razones convincentes: La reforma educativa de Peña Nieto, los fideicomisos de apoyo a la ciencia, escuelas de tiempo completo, estancias infantiles y el seguro popular que atendía a más de 40 millones de mexicanos.
Recientemente no han presentado la nueva escuela mexicana, que se asegura es lo que necesitan los mexicanos en educación básica.
De acuerdo con la Secretaría de Educación Pública (SEP), esta iniciativa considera 7 ejes de formación entre los cuales están inclusión, pensamiento crítico, igualdad de género y apropiación de las culturas a través de la lectura y escritura, entre otros. Este plan de estudios empezará como piloto en 900 escuelas a partir de octubre 2022.
Como docente, investigador y promotor del desarrollo, considero que cualquier iniciativa educativa que no incluya una revisión regional de los contenidos educativos de acuerdo a potenciales socioeconómicos y ambientales, mayor vinculación a necesidades sociales y productivas, y mayor contenido práctico sobre el teórico, estará condenada a ser más de lo mismo.
Si la política educativa no atiende el mantenimiento y equipamiento de escuelas, y si las políticas presupuestales para seguridad pública siguen siendo mayoritarias sobre las educativas, entonces estamos haciendo las cosas al revés.