Seguramente a los lectores que pasan de los 40 años les tocó escuchar aquella frase tan poblana que decía: “cuando a la VW le da gripe, a Puebla le dan pulmonía”.
Y no es para menos.
La empresa que más empleos da en Puebla, es por mucho, la activadora económica más importante del estado.
Las huelgas, paros técnicos o cualquier crisis del sector, repercute en la gran mayoría de los poblanos.
Con el fantasma de la huelga rondando la planta armadora, vale la pena retomar algunos pasajes que pusieron en predicamento a Puebla y a sus habitantes.
El 22 de julio de 1992, un grupo de sindicalizados de Volkswagen se inconformó con su líder sindical Gaspar Bueno Aguirre quien había alargado indebidamente su período; al principio, la empresa simpatizó con el grupo opositor, sin embargo, las cosas se salieron de control.
A las afueras de la emblemática Puerta 1 comenzaron a manifestarse, y envalentonados, decidieron entrar a la planta para solicitar el apoyo de sus compañeros que estaban de turno. A pesar de que no había celulares en esa época, la voz se corrió y comenzaron a parar poco a poco las líneas de producción en las naves.
El ingreso era ilegal y claro, también metieron a los reporteros de los medios buscando el testimonio de la rebelión. El movimiento lo encabezaban los hermanos Valencia que habían perdido la elección por la dirigencia sindical.
Y vino entonces lo que nadie quería: la planta detuvo actividades; el Movimiento 22 de Julio encabezó ese paro laboral.
En los días siguientes hubo intentos por reanudar actividades, fabricar el vocho y romper el paro, incluso los reporteros que cubrían el hecho recuerdan cómo llegaron los autobuses escoltados por patrullas para que no fueran agredidos quienes querían volver al trabajo. Algunos obreros se bajaron de los camiones para sumarse a los inconformes.
La empresa que vivía buenos años, dio el ultimátum y en el hotel Camino Real de la Ciudad de México anunció que liquidaría a todos los trabajadores y haría una recontratación. De esta forma daban por terminada la relación laboral.
Entonces todo se dio para que el dirigente Gaspar recuperara el control del sindicato y que el 13 de agosto -de hace 20 años- se realizara una asamblea en el Parque de Beisbol Hermanos Serdán para iniciar la nueva contratación.
Estaba la advertencia de que si se negaban a laborar, poco a poco la planta sería desmantelada y se iría a otro estado.
Fue así como culminó esta rebelión en la que todos perdieron, principalmente los trabajadores que tuvieron que ceder sin ningún beneficio adicional y con un sindicato débil y sometido.
Tomando como base aquella cita que dice que “un pueblo que no conoce su historia, está condenado a repetirla”, me parece que bien valdría que los actuales trabajadores de VW entren en una profunda reflexión.
La negativa de los trabajadores actuales de aceptar uno de los incrementos más altos ofrecidos en los últimos años —independientemente de que no se llegue a la huelga—, abre la puerta para que la empresa cancele inversiones como la de la planta para producir vehículos eléctricos.
Y lo peor, es que todo indica que la VW no se iría a otro estado, sino al vecino país del norte.
Sabemos que todos quieren ganar más, pero hay que mantener la cabeza fría, pues son miles de familias las que dependen de la empresa, considerando que además de la planta laboral de VW está el cluster automotriz, cuyos trabajadores dependen en gran medida de la salud financiera en la planta armadora alemana.
Así las cosas, la pregunta obligada es: ¿tendrán los líderes sindicales la sensibilidad para llegar a un acuerdo en donde no se ponga en riesgo a los trabajadores y al futuro de la empresa?
Veremos y diremos.
Nota bene: entre los reporteros que cubrían aquella madrugada el movimiento obrero de VW estaba Javier López Díaz, quien desde la Puerta 1 arrancó una de las emisiones con mayor rating de la historia de la radio poblana.