Chingo y dos montones de dudas quedan trepadas en el aire, luego que el líder sindical del Charlie Hall, Gonzalo Juárez Méndez, denunciara en el Tuister haber sido víctima de tremenda golpiza, y hasta amenazas de muerte junto con toda su fanta, en la madrugada del miércoles.
Si la banda no supiera cómo se las gasta este lidercillo, uno pudiera hasta afirmar que el mentado Gonzo actúa con todas las de la ley y velando por los intereses de empleados, pero nel, todo lo contrario.
Y es que la Netflix, llama harto la atención todo lo que gira en torno a la chillona del Gonzo, y hasta las muecas que se aventó al estar frente a la cámara.
De entrada, la “denuncia” pública con la cara ensangrentada, como si se hubiera echado una embarrada a dedo limpio con su propio mole, aunque eso sí, a leguas se le nota un chingadazo en la frente.
O gritarla a los cuatro vientos que un comando armado se metió en su cantón y tras cargar contra él, digo, contra él y su prole, hubo “violencia extrema” y hasta amenazas de muerte.
Poniéndose ojo chícharo, también brinca como la liebre que el Gonzo no se atreva a cantar completitos sus reclamos, pos ni se mete con temas de inseguridad y menos le pone nombre a su alboroto.
¿A poco nomás le basta al angelito con quejarse y decir que se trata de cosas “bajas” y simples”, terminar con la tranquilidad de su fanta, y alterar su seguridad?
Pasumecha, banda, cualquier chambeador en su lugar, y más un dizque líder sindical, ya hubiera reventado esta Puebla camotera, acusando a Wilbur a quienes fuera necesario y no activar los bots en el Tuister.
Conste, mis carnales, no se trata de negar los dichos del Gonzo, pos será Doña Justicia la que tendrá que poner las cosas en su lugar, y no nomás por sus videos, aunque no vaya a terminar siendo uno de sus clásicos, “de chivos los tamales”.
¿Se creen el cuento que el mentado lidercillo anda trastocando otros intereses como pa’ que alguien se ensucie las manos con él?
Y es que de a devis, nomás basta con recordar su chismerío pa’ mantener el control de las chambas o el escándalo que armó al querer tumbar las puertas del Charlie Hall con un puñado de rijosos, hasta casi casi quemarlas.
Aquí apesta a gato encerrado, y no vaya a ser que le termine pasando como dice aquel dicho de “más rápido cae un hablador que un cojo”.
Ahí se las dejo al costo.