Esta noche se cumplirán 8 años de la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa. Se ha dicho mucho sobre el caso, desde la “verdad histórica” hasta las posibles motivaciones e implicados en semejante atrocidad.  

Sin embargo, el Ayotzinapa Gate que reveló Peniley Ramírez en su Linotipia pondrá el acento en los eventos y la conmemoración de esta fecha.  

La publicación sin censura de algunas de las conversaciones que permiten reconstruir otra historia sobre lo que sucedió la noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala es dolorosa, cruel y desnuda terriblemente la organización y la complicidad que algunos elementos del crimen tienen con autoridades y hasta altos mandos federales.

La versión que señalaba que durante varias horas habían calcinado los cuerpos apilados de los normalistas tampoco era muy alentadora. En ambas narrativas quedaría demostrado que en las primeras horas o en la siguiente semana, todos los desaparecidos fueron asesinados por manos criminales que siguieron órdenes de -nuevamente- autoridades y mandos.  

El valor de la filtración -en mi opinión- sí es periodístico. Lo es porque obligará a las autoridades de AMLO a reiniciar las indagatorias, a revisar muchos de los componentes de la historia que no se quisieron investigar desde un inicio.  

Peniley Ramírez además de reconocer que se trató de una filtración contó las razones por las cuáles decidió publicarlo. También buscó contrastar parte de esa historia con algunos de los actores y hasta colocó las respuestas que negaban lo publicado en el informe.  

Que la historia, la que leímos en un hilo de Twitter es atroz y que el AyotzinapaGate pondrá el dedo en la llaga del dolor de los padres, no hay duda.

 

 

Sin embargo, el informe también desnuda que existen muchos responsables que, a través de sus omisiones, participaron indirectamente en la masacre de los jóvenes. Pienso en todas las manos, ojos y oídos que recibieron el mensaje anónimo en el que se informa que seis normalistas estaban aún con vida, días después de la noche de Iguala y voltearon a otro lado.  

 

 

El informe revelado permitirá que el gobierno de López Obrador deje de lucrar con el tema, después de que durante 8 años le fue muy rentable, como la insensible promesa que hizo a los padres de los normalistas, de regresarles vivos a sus hijos.

El caso Ayotzinapa será una herida que no sanará y no podrá hacerlo, al menos en este sexenio, porque se ha manoseado mucho, porque lejos de retomar las investigaciones que realizó el grupo de expertos o partir de una nueva hipótesis se continúa encubriendo a los altos mandos que giraron órdenes tan atroces.  

Aunque cada día el concepto de desaparecidos se diluye y se fortalece la hipótesis de que todos fueron asesinados, no debemos olvidar que el responsable del crimen fue el Estado y como tal, la investigación debería continuar, no para girar órdenes de aprehensión contra los militares de menor rango, si no para castigar a toda la cadena de mando y a las autoridades que sin piedad decidieron acabar con la vida de 43 jóvenes normalistas.  

Es lo menos que les debe el Estado a sus padres.