Quien de plano se anda dejando ver como todo un trepador de la polaca camotera, es el líder estatal del Sol Azteca, Carlos Martínez Amador, pos ya se le ve comodino y empachado con la fractura entre pitufos y tricolores.
Tanto así, mis valedores, que a lugar donde termina cayéndole no se cansa de cacarear, como gallo envalentonado, que pase lo que pase con la mentada alianza de “Va por Puebla”, casi casi, le viene valiendo máuser.
Y sí no, pos cómo capearle que mientras en las grandes ligas los chingadazos están a la orden del día, el Charly se ande paseando como cacique perredista, luciéndose pa’ la foto, y hasta repartiendo abrazos a quienes se le ponen enfrente.
O que se enfrasque en palabrerías baratas pa’ dárselas de prócer democrático, cuando la Netflix todo Puebla conoce cómo se las gasta, y más si de poder y pases de lista se trata.
Así como lo leen, mis valedores, resulta que al Charly se le vio muy campante allá por la Sierra Norte, moviendo los hilos como acostumbra, pa’ que, de ser necesario, termine por “vender caro su amor”, si la alianza termina por amarrarse con clavos, y no alfileres.
Es más, en su afán por verse “chucho cuerero”, se atrevió a cantar con la mano en la cintura que está dispuesto a traicionar a su patrón, Jesús Zambrano, con tal de seguir teniendo el poder pa’ repartir el pastelito de las candidaturas.
Cómo no, banda, si pa’ eso no tardó en decir que el PRD tiene abiertas las puertas, pa’ que todo chambelán, ciudadano o rencoroso, pueda ser candidato a sus anchas, eso sí, con la cantaleta de siempre dizque pa’ estar más cerca del pueblo.
Ya encarrilados, el Charly amagó con la afrenta pa’ sus patrones cuando soltó el petardo que según serán los propios militantes quienes decidan si van en alianza, o se bajan de ella con todo y sus calzones.
Y es que pa’ su desgracia y la horda de perredistas creídos, la única salida que tienen no es dárselas de muy sabrosos, y menos de machines, cuando están a un paso de condenarse al abismo.
Nel, banda, la única carta real que tiene el Sol Azteca es moverse al son que le toquen, y esperar que le caiga una limosnita, hacerle la chillona a otro partido y, si acaso, ponerse de a pechito pa’ lo que gusten.
¿A poco cree el Charly que tras el amasiato morenovallista, las risitas matadoras con el PRI o los coqueteos descarados con Morena, algún buen samaritano se jugará su voto con ellos?
No tardan en aplicarles pura tijera voladora y, si no se dan color, hasta una que otra del mismísimo “Negro Casas”.
Voy bien, ¿o me regreso?