El dicho de que no hay peor ciego que el que no quiere ver resulta bastante cierto y atinado en el caso de la 4T. Escándalo tras escándalo revelan que la corrupción, los ríos de efectivo injustificables y las excentricidades de quienes rodean a Andrés Manuel, son la antítesis de lo que tanto alardea el inquilino de Palacio Nacional.  

Cuando se revelaron los videos de Pío, cuando se denunció la Casa Gris y hasta en la opacidad de los programas que regalan dinero público, el presidente tuvo la oportunidad de predicar con el ejemplo y cortar de tajo la corrupción que tanto dice combatir.  

Pero decidió negarlo y con él, sus fanáticos cerraron los ojos, voltearon para otro lado, taparon sus oídos o en el extremo, decidieron justificar lo injustificable.  

Y es que una vez que AMLO cayó en el discurso del cinismo para negar las pruebas de corrupción en su contra y que sus huestes lo aceptaron para no reconocer que creyeron en un personaje tan corrupto, ni los 25 millones de documentos ni el testimonio de una mujer del círculo cercano -a través de un libro como El Rey del Cash- servirán absolutamente de nada

López Obrador ha demostrado que viste un traje recubierto de teflón al que se le resbala absolutamente todo: los muertos en su sexenio por su infame política de seguridad de “abrazos no balazos”, las madres rogando encontrar a sus hijos, los padres exigiendo quimioterapias para niños y niñas, los casos comprobados de corrupción y hasta la flagante y constante violación a la ley.  

Sus arrogantes frases como “Yo tengo otros datos”, “Yo soy un hombre honesto” y “No somos iguales” han servido como líneas discursivas del cinismo lopezobradorista

Por la décima parte de lo que se le ha descubierto y documentado; incluso reconocido por el propio presidente como pruebas reales, cualquier otro mandatario habría renunciado

¿Ustedes se imaginan qué habría sucedido si el sobrecosto de las magnas e inútiles obras de Andrés Manuel se hubiera presentado en el sexenio de Calderón o si el número de muertos por falta de medicamentos, quimioterapias y la pésima administración de la pandemia se hubiera registrado con Peña Nieto

Por desgracia esas manifestaciones multitudinarias, esas protestas a la puerta de Palacio Nacional -o Los Pinos- quedarán en el multiverso, pues está claro que el blindaje de cinismo parece haber hecho a AMLO indestructible.

El austericidio de la L-12

Entre las primeras revelaciones que se conocen de El Rey del Cash se encuentra la confirmación de que por años los allegados a López Obrador han ordeñado las finanzas del Metro de la Ciudad de México.

Para cumplirle los caprichos al señor se dejó de dar mantenimiento al sistema de transporte más importante de la capital del país.  

Era la caja chica” reveló la autora del libro durante una entrevista radiofónica en donde agregó que muchos de quienes hoy repiten el discurso del combate a la corrupción saquearon al Metro para darle en efectivo a Andrés Manuel su “aportación” y así comprar desde candidaturas hasta el aprecio del tlatoani

Se entiende ahora porque la falta de mantenimiento ha ocasionado en los últimos meses que trenes choquen dentro de los andenes, que se quemen, que se retrasen por horas o en el peor de los casos, ocasionen tragedias como la de la Línea 12, en donde los muertos los pone “el pueblo bueno”.