Las fiestas decembrinas me contagiaron de Covid-19. Pasé fin de año confinado y con las molestias propias del famoso virus.

Aproveché el aislamiento para seguir por redes sociales las ferias de Cali y Manizales y para leer la autobiografía de César Rincón "de Madrid al cielo" (Espasa Calpe, 1992).

El libro del César del Toreo me ayudó a comprender el autoritarismo y los atentados a la libertad que vive Colombia en la actualidad.

A César Rincón lo recordamos como un guerrero. Un torero poderoso que, en faenas como la de "Bastonito" de Baltasar Ibán en Madrid el 7 de junio 1994, alcanzó y transmitió al público la estética de lo sublime.

Su autobiografía lo descubre como un hombre sencillo y sensible. Con un concepto de la tauromaquia artístico y puro.

“El toreo es cuestión de corazón y de alma –dice el maestro César Rincón–. Llega al público como un soplo del espíritu y es en ese momento cuando los espectadores se estremecen"

Más adelante complementa: "cuando se torea con sentimiento, la muleta o el capote son prolongaciones del cuerpo con el mismo temblor y la misma temperatura". Revela que “el toreo no es cuestión de estatura, sino de muñeca, de cintura y de grandeza de alma".

En esas faenas donde alcanzó su gran dimensión artística, el torero de Bogotá decía sentir la sangre del toro, "la que corre por las venas antes de escaparse a borbotones (…) Y la sientes tan próxima a ti, que parece que las dos sangres, la humana y la animal, discurren por el mismo sistema circulatorio". Para Rincón, "la emoción es lo principal en el toreo y ésta puede venir por una sublime belleza en la composición plástica de la figura o por la durísima pelea entre el toro y el torero".

Después de sus grandes triunfos en 1991, en los que abrió la puerta grande de Las Ventas en cuatro ocasiones consecutivas, se generó una cesarmanía en Colombia. Una multitud lo fue a recibir al aeropuerto "El Dorado" de Bogotá. 

Entre ellos, el presidente César Gaviria quien en su discurso dijo: "Tuvieron que pasar quinientos años para que un criollo saliera en hombres por la puerta grande de la catedral mundial del toreo".

El presidente recordó que había gente en Colombia que pensaba que el mestizaje nunca podría producir grandes cosas, entre ellas figuras del toreo. Pero, como lo explicó Gaviria, "veintiséis años de vigilia de César Rincón han podido más que la inercia de medio milenio".

Más adelante, haciendo eco a la euforia taurina y al orgullo que los colombianos sentían por Rincón, el presidente afirmó: "La fiesta brava, más allá del mero espectáculo, simboliza la capacidad de transformación y purificación del hombre. Coraje, inteligencia y arte contra fuerza, brutalidad y miedo. La muerte sirve de pretexto para que la vida se afirme". 

César Gaviria fue presidente de Colombia de 1990 a 1994 y secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) de 1994 al 2004. Dentro de su gestión impulsó una reforma constitucional producto de un gran acuerdo político nacional.

Logró que se pusieran de acuerdo el Partido Conservador, el Movimiento de Salvación Nacional, la AD-M19 y el Partido Liberal para que se firmará una nueva constitución política en julio de 1991.

Esto es relevante porque el presidente actual de Colombia, Gustavo Petro, militó en el Movimiento 19 de abril (M-19), una guerrilla urbana que mató gente al interior de Colombia entre 1974 y 1990.

La conciliación propiciada por César Gaviria lograría que los guerrilleros depusieran las armas y que convirtieran su movimiento en la Alianza Democrática M-19 que participó en la promulgación de la constitución de 1991. 

Gustavo Petro muestra grandes similitudes con Adolf Hitler. Ambos asesinos de su propia especie, pero protectores de los animales. 

Hitler y los nazis fueron de los primeros gobiernos en apoyar leyes contra la vivisección, contra la caza y a favor del "bienestar animal" urbanita, en el que se pretendía "humanizar" a los animales.

El régimen nazi se distinguió por contar con colaboradores que preferían las dietas vegetarianas a las carnívoras.

Al mismo tiempo promovían leyes en contra de la libertad humana en la que discriminaban, aislaban y, posteriormente, intentaban exterminar grupos de personas a los que ellos consideraban inferiores. Es decir, los animales tenían más derechos que algunos seres humanos.

Así lo ha demostrado Gustavo Petro desde que fue alcalde de Bogotá. Ahora intenta discriminar y persigue a los taurinos. No le importa atentar contra las leyes de su propio país, ni contra la constitución que él mismo promulgó.

Por esa razón, las ferias de Cali de diciembre 2022 y Manizales de enero 2023 son reivindicaciones a favor de la libertad y una muestra de la lucha contra la tiranía autoritaria.  

César Rincón es un hombre auténtico, que ha sido fiel a su esencia. En su autobiografía cuenta  que su mamá tuvo la certeza que iba para torero grande, porque desde muy pequeño lo levantaba en las madrugadas para que, antes de ir a la escuela, se entrenara como torero. Lo despertaba con "tintos" que es como en Colombia llaman al café negro, sin leche. 

"De que aquellos "tintos" con los que me despertaba todas las mañanas –explica el maestro César Rincón– empezaban a hacer el efecto de un brebaje milagrosos. Posiblemente, mamá empezó a imaginar en esos precisos momentos una mágica relación entre café y toreo, que los toreros buenos se han alimentado en su infancia de café. Y que, como el café tiene una patria especial en Colombia, la patria de toreo es Colombia"

Rincón se dio cuenta que el toreo no sólo lo iba a ser feliz a él, sino que podía hacer dichosos a los suyos y a muchos aficionados que lo vieran torear en España, Francia, México y el resto de los países taurinos.  Rincón nunca ha perdido su esencia. Sus más hondas raíces humildes y colombianas.

En su libro recuerda que cada vez que la fama tocaba su puerta, para no perder el piso, escuchaba una voz que le decía: "tú eres César Rincón, aquel muchacho pobre de Bogotá que ha estado solo muchas veces y que perdió a su mamá en un incendio".  Y se dijo muchas veces que mientras siguiera escuchando esa voz interior, "todo marchará bien. No habré perdido la identidad".

Ese mágico café que se vincula con el toreo colombiano, nos ha permitido ver toros bravos que luchan no sólo por su vida, sino por defender a su estirpe de los tiranos.

Por esa razón es válido el exceso de indultos que se han vivido en estos días en Cali y en Manizales. Se han observado también faenas de temple y valor. 

En lo personal disfruté mucho del toreo de Juan de Castilla. Mientras lo veía dar muletazos largos y ligados, pensaba en aquellos quinientos años de mestizaje en Colombia.

En los toreros criollos alimentados con "tintos" desde la infancia. Esa esencia es mucho más fuerte que la dictadura animalista que Petro intenta importar de regímenes que, como él, desprecian al ser humano.