Si bien nuestra Constitución ha tenido un sin número de reformas y adiciones -sólo 22 de los 136 artículos permanecen igual- que algunos juristas han llamado “hiperreformismo constitucional” provocando un debate permanente en torno a la propuesta de una nueva Constitución; conmemoramos el 106 aniversario de su promulgación.

Seguramente como yo, muchas, muchos, seguimos con atención las intervenciones de los personajes políticos reunidos en el teatro de La República en la ciudad de Querétaro, marco que congregó en 1917 a 218 o 220 constituyentes de distintas partes del país, -como señalan diversas fuentes- que dieron cauce a la Constitución de 1917; y hoy, como cada año congrega a la representación de los tres Poderes constituyentes del sistema político y democrático nacional.

Con mucha claridad pudimos observar en cada una de las intervenciones, esa diversidad y pluralidad que retrata el momento actual que vivimos. Casi todos convocando a la reconciliación y a dejar atrás la confrontación.

Por supuesto escuchar la palabra de la ministra Norma Lucía Piña Hernández, no sólo porque es la primera vez en la historia de nuestro país que una mujer preside uno de los tres Poderes constituyentes y como tal la responsable de dirigir el mensaje en ese auditorio histórico; también, por la trascendencia esperada del mismo mensaje.

No hubo equivocación, le escuchamos un mensaje aleccionador, firme, consistente y congruente no sólo al reafirmar su compromiso -demostrado ya a lo largo de su carrera judicial- de que su trabajo “(…) se traduzca en una auténtica reducción de las brechas de género y, consecuentemente, en una sociedad más justa e igualitaria” que tanta falta hace; también, por su firme defensa a la independencia judicial que permita garantizar “(…) una adecuada impartición de la justicia…”

Con conocimiento de la historia otras voces se unieron por la defensa de nuestra ley fundamental pionera de un constitucionalismo social, que encauzó reivindicaciones sociales surgidas de la Revolución Mexicana; incluso -dijo la Ministra Presidenta- nuestra Constitución sirve también de unión entre mexicanos y mexicanas, en aras de superar nuestras diferencias y estar de acuerdo en lo fundamental.

Justo esto debe considerarse, todavía persisten deudas, rezagos y anhelos históricos, y aún falta lograr ideales de la Revolución Mexicana que fueron plasmados en la Constitución del 17.

Por eso creo que a esos ideales aún no alcanzados hay que abocarnos, justo para cumplir con ese concepto tan machacado y evidentemente poco entendido: transformación, que no significa destrucción.

¿Cómo pensar en retroceder a conquistas alcanzadas durante 106 años, que también han venido siendo plasmadas en nuestra Constitución, si aún en proceso estaba su exacta aplicación? ¿Cómo dejar de atender el principio de progresividad de los derechos que establece nuestra ley fundamental?

Lo comento porque aun sabiéndolo, el presidente de México ha enviado diversas iniciativas que han reformado la Constitución, para proponer nuevos sistemas de salud y de educación. A cinco años ¿mejoró el sistema de salud o el sistema educativo en México? No.

Este gobierno ha reformado la Constitución para diversas propuestas económicas ¿realmente ha mejorado la economía de las familias? No, datos oficiales registran que incluso hay más pobres en el país.

Fue reformada la Constitución también para crear la Guardia Nacional e incorporarla al Ejército Mexicano ¿se ha reducido la inseguridad?

Lo que sí hemos visto en este sexenio es un nuevo método. A falta de diálogo y consensos, cuando no logran los votos para reformas constitucionales, el presidente López Obrador envía reformas a sus leyes secundarias, a sabiendas que está violando lo establecido en la Constitución, así ocurrió para militarizar el país y está sucediendo ahora para destruir el sistema electoral mexicano.

106 aniversario de la Constitución mexicana, con más dudas y desesperanzas en la falta de su cumplimiento y día a día escuchando mensajes de odio que evita el diálogo y reduce los acuerdos, los consensos y una mejor convivencia entre mexicanos y mexicanas.

Efectivamente como expresó el presidente López Obrador, debemos seguir defendiendo los ideales de la Revolución Mexicana consagrados en la Constitución de 1917, defendiendo a sus instituciones para construir ese México justo, igualitario y fraterno al que se refirió.