Según experiencias propias, en los últimos 50 años la escuela en México se olvidó de hacer algunas tareas esenciales para el desarrollo nacional, lo que ha provocado la agudización de problemas cada vez más difíciles de resolver.
Aunque muchos de los problemas que hoy tenemos no los generó la escuela ni son de su total responsabilidad, sí puedo afirmar que tiene varias tareas pendientes que no ha realizado.
Mediante un acuerdo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), cada 1º. de abril se conmemora el Día Mundial de la Educación para reafirmar que es uno de los aspectos más relevantes para el estado, según webdelmaestrocmf.com
En este marco comparto las principales tareas pendientes del Sistema Educativo Nacional en México en las que destacan: la formación de líderes; la orientación vocacional; la educación para la vida y el trabajo; la educación cívica, a ambiental, alimentaria y nutricional; la educación financiera; y, el grave olvido de incorporar las necesidades de las familias y los sectores productivos en los contenidos educativos y de investigación.
La escuela no ha vinculado de forma efectiva la enseñanza con el conocimiento del entorno comunitario y regional, ni con el conocimiento de los recursos naturales, su aprovechamiento racional y las formas de vida de las familias, lo que ha conducido a altos niveles de pobreza, deterioro de los recursos naturales y migración, siendo, junto a la inseguridad pública y la salud, los problemas más importantes del país.
En mi experiencia y la de muchos jóvenes, no encontramos relación entre lo que hacíamos en nuestras casas, los problemas y necesidades que teníamos, con lo que nos enseñaban en las aulas. La historia universal, los quebrados, la geometría, la química y las matemáticas carecieron de sentido al no tener relación con las actividades cotidianas y necesidades. Al desconocer los recursos locales, las riquezas y los potenciales, la única salida es la migración.
Y como muestra de lo dicho, los jóvenes están decidiendo su destino sin ningún conocimiento de sí mismos. Casi nadie sabe en que es bueno. Muchos están haciendo cosas por necesidad, estudiando carreras que no eligieron sin conocer en realidad sin son buenos para eso. Las consecuencias son altos niveles de frustración, cambios de carrera o improductividad laboral.
Considerando que muy pocos alcanzan el nivel universitario, es necesario revalorar las artes y los oficios para la inserción laboral de las personas. La capacitación para la vida y el trabajo han sido menospreciados en la política pública.
La pobreza en la que se encuentran 64 de cada 100 mexicanos es muy lamentable, sin cambios en los últimos 25 años. En México hay más de 40 millones de personas en pobreza laboral, aquellos que no pueden acceder a la canasta básica alimentaria.
Actualmente, 8 de cada 10 mexicanos no tienen educación financiera, la información básica para entender la generación de ingresos, el gasto, el ahorro y la inversión. Información para conocer las cuentas de la vida, cuanto necesitan en alimentos, agua, ropa, calzado, los gastos fijos, los costos de producción, precios, utilidades, tasas de interés, pago de impuestos y de servicios.
En materia de recursos naturales, hemos perdido más de la mitad del agua disponible para cada mexicano en los últimos 70 años y la extracción del subsuelo sigue aumentado, ante graves sequías y cambio climático. Se pierden casi 600 mil hectáreas de vegetación anualmente y más de 500 millones de toneladas de suelo fértil. Hemos contaminado los ríos con aguas residuales de una forma vergonzosa, sin el menor intento de tratamiento y reúso. Hemos excedido la capacidad regenerativa de nuestros recursos naturales mediante prácticas productivas extractivas que comprometen el futuro de las nuevas generaciones.
El abandono de la educación cívica conduce a la pérdida de valores que, junto a la pobreza, ha provocado un aumento de la delincuencia y el quebranto de la convivencia social armónica, deterioro de la economía y una amenaza al futuro de nuestros niños y jóvenes.
El sobrepeso, la obesidad y sus consecuencias como la diabetes, hipertensión e infartos tienen mucho que ver con la falta de una adecuada educación alimentaria y nutricional. México ocupa los primeros lugares al respecto, y los presupuestos de salud ya tienen serias limitaciones para atender estas afectaciones.
No es la escuela la única responsable de resolver los problemas socioeconómicos y ambientales descritos, lo es también la carencia de políticas públicas. Pero la escuela tiene la responsabilidad de formar a quienes serán los líderes que dirigirán el desarrollo de sus pueblos. Por eso, formar líderes es la primera tarea aún pendiente de la escuela.
Si lo anterior no es posible, entonces enseñemos a nuestros niños y jóvenes a identificar en qué son buenos y orientarlos a que se dediquen a eso. Ayudemos a que fortalezcan su personalidad y carácter, a desarrollar su capacidad para expresarse y a que aprendan a escuchar, de preferencia desde los cinco años.
Y si no tienen nada que enseñarles, solo díganles, con objetividad, lo que pueden llegar a ser y recuérdenselos con frecuencia, especialmente cuando ya terminan su carrera.
El discurso de graduación, en alguna parte, debe incluir una orientación de lo que los estudiantes pueden lograr.