Soy de los que espera que el presidente esté en franca recuperación después del incidente del domingo en Mérida, haya sido un contagio de COVID o un evento cardiovascular.
Las especulaciones que se generaron desde el mismo momento del desmayo se deben a que no se informó con oportunidad la gravedad del asunto.
Me parece que el círculo cercano del presidente no ha entendido que su salud es un asunto de estado, es la salud del presidente, por lo tanto, la información debe manejarse con absoluta transparencia y con oportunidad.
Por una parte, su director de comunicación social sostuvo en una entrevista con El Universal que la gira continuaba, y pocos momentos después aparece un tuit, presumiblemente escrito por el propio presidente, en donde da cuenta de un contagio de COVID, lo que obligó su regreso a la CDMX.
Han pasado más de 48 horas desde el incidente y lo único que se ha informado, por boca del secretario de Gobernación, es que se está recuperando en su casa, en Palacio Nacional y que a más tardar el jueves se presentará en la mañanera.
De ser cierta esta versión, lo único que queda claro es que el gabinete y su primer círculo de colaboradores no están preparados para manejar una crisis por hechos supervinientes, dando paso a la especulación en medios de comunicación y ahora, en tiempo real en las redes sociales.
Hay versiones de su traslado, en avión desde Mérida y luego en helicóptero hacia el Hospital Militar; hay versiones sobre un supuesto cerco militar en las propias instalaciones del hospital; hay versiones sobre la gravedad de su estado de salud y versiones que anunciaron su fallecimiento.
Pero, así como hay versiones sobre lo que sucedió el domingo, también se han escuchado diferentes rumores de lo que puede pasar en caso de un desenlace fatal, sobre todo, en el caso de las corcholatas ambiciosas.
En 1994, tras una serie de trágicos acontecimientos que cambiaron radicalmente la vida política nacional, Mario Ruíz Massieu acuñó una frase que hasta la fecha se recuerda: “los demonios andan sueltos”, haciendo una clara alusión al desorden que se había generado por la falta de información sobre los acontecimientos, que generaron especulaciones, versiones encontradas, rumores esparcidos y teorías conspirativas.
Espero sinceramente que no se vuelvan a soltar los demonios, pero me parece que la manera en que se ha manejado la crisis, sí, la crisis del domingo ha motivado que los diferentes grupos de poder, ahora de morena, suelten a sus diablitos con el objeto de buscar ser los herederos del obradorato.