Entre el 12 y el 21 de mayo de 2023, dos artistas mexicanos triunfaron en los recintos europeos más importantes de sus respectivas disciplinas. Gabriela Ortiz en la Filarmónica de Berlín y Leo Valadez en la Plaza de las Ventas. En ambos casos destacó el folklore mexicano mezclado con la vanguardia estética. 

La Filarmónica de Berlín invitó al director Gustavo Dudamel quien presentó un concierto de música americana en el que sobresalió "Téenek", la pieza de la compositora mexicana. Téenek es una palabra huasteca que significa "hombre de aquí".

Es también como los huastecos se denominan a ellos mismo haciendo referencia a que son los que viven en el campo, con su idioma, sangre y comparten una misma idea. 

Gabriela Ortiz le da un sentido más universal a la palabra, ella dice que intituló su pieza orquestal "hombre de aquí" haciendo alusión a que todos pertenecemos al mismo planeta y que la música puede romper con las fronteras políticas o artificiales que nos separan.

La plaza de las Ventas, por su parte, acarteló al hidrocálido Leo Valadez en la Feria de San Isidro alternando con Adrián de Torres y Juan Leal para matar una corrida de Fuente Ymbro. Leo se vio muy asentado.

Siempre con los talones muy firmes en la arena, utilizando con precisión las distancias y las alturas. Los madrileños apreciaron su evolución. El año pasado había cortado una oreja, mas por ímpeto y voluntad; ahora se le vio más templado, haciendo el toreo con parsimonia y buen gusto.

La pieza musical de Gabriela Ortiz tiene una clara influencia Stravinsky, sobre todo al inicio. Después se aprecia el influjo del folklore mexicano. Sigue una explosión sonora, irregular que me provocó una emoción similar a las crinolinas de Leo Valadez. 

Sonidos de piano, cuerdas, vientos, timbales que hicieron lucir a la mejor orquesta filarmónica del mundo en toda su magnitud. Pausas que sorprenden para continuar con flautas transversales, percusiones mezclados con contrafagote.

Nuevos silencios y luego toques originales con vibráfono y lo que me pareció un güiro, que resaltaba el carácter mexicano de la música de Gabriela Ortiz.

Valadez también combinó el clasicismo con la variedad del toreo mexicano. Con el capote le vimos torear por verónicas, mandiles, cordobinas, chicuelinas, crinolinas, caleserinas, media verónicas, revoleras y zapopinas. Supo administrar la medida fuerza del fuenteymbro.

La faena creció con redondos por el pitón derecho siempre rematando con largos pases de pecho. Cuando se puso de rodillas para ejecutar las manoletinas, provocó sensaciones equivalentes al estruendo que la pieza Gabriela Ortiz ocasiona con la intensidad con la que suenan los violines y otras cuerdas mezcladas con percusiones y cornos. 

Se tiró a matar exponiendo el físico, una estocada entera un poco desprendida que fue suficiente para que el público, entregado, pidiera con fuerza la oreja.

Gabriela Ortiz triunfó con una pieza energética que hizo que los melómanos de Berlín la  hicieran subir al escenario para ovacionarla. Leo Valadez, con su variedad y temple, hizo recordar a los grandes artistas mexicanos.

Curioso los mexicanos que ninguno de los comentaristas de Mundo Toro TV, ni las crónicas de los diarios españoles supiera el nombre del barroco quite de "crinolinas" creación de Eliseo Gómez "El Charro". Prueba de lo que mucho que tienen que aportar los mexicanos a los dominios artísticos europeos. 

La de Gabriela Ortiz y Leo Valadez es un arte polivalente y lleno de vasos comunicantes. Yuxtaposición, interdisciplinas, rituales, folklor, eclecticismo, hibridación y cultura popular… Eso observo en triunfos de estos dos artistas mexicanos en Europa.

Como dijo Gabriela Ortiz en su discurso de ingreso al Colegio Nacional "el arte es un derecho, no un privilegio". El arte cautiva y tiene el poder de volvernos mejores personas.