Antes del día de la jornada electoral del pasado domingo se conocían los resultados de las elecciones del Estado de México y de Coahuila. Ambas salieron tal y como reiteradamente antes y durante el proceso electoral se dijo. En Coahuila ganaba la Coalición. En el Edo de México se perdía. Parecía todo planeado para que todos ganaran, aunque fuera poquito.
Una vez más este proceso nos deja lecciones que también una vez más pareciera no quieren mirar, o hacerlo a medias aunque algunas de estas lecciones son muy básicas: La división es igual a votos divididos y a pérdidas como le sucedió a Morena en Coahuila. Si consideramos los resultados que hemos dado en las últimas elecciones, la postulación de candidaturas con formación, conocimiento, propuestas, cuando menos nos permiten dar la batalla y remontar números.
Este proceso también nos permite muchas más lecciones por aprender que surgen justamente de los análisis de los resultados oficiales obtenidos tanto en uno como en otro Estado.
Pero las dirigencias de mi partido el PRI y sus partidos aliados salen a declarar su “triunfo” en este proceso electoral presentando la suma total de votos alcanzados por la coalición en ambas entidades federativas, sin desagregar y sin considerar las condiciones geopolíticas y electorales tan diferentes de cada uno de esos dos Estados, tan solo si comparamos las listas nominales.
En cambio, el presidente de la República ante los resultados obtenidos por su alianza Morena, PT y PVEM, antes de perder el control y de que se presentara una mayor división entre los y la aspirante, de inmediato instruye a su partido político convocar a un Consejo Nacional para aprobar el procedimiento a seguir que previamente él mismo había difundido, asume como suya la propuesta de uno de sus aspirantes -que por cierto no gustaba al resto de ellos y ella- de renunciar a sus cargos actuales, para llevarla como propuesta al Consejo Nacional porque tiene claro que de profundizarse la división sería una catástrofe para su partido oficial en el 2024. Lección evidentemente aprendida por lo que les sucedió en Coahuila. Como era de esperarse el procedimiento que les instruyó el presidente fue aprobado el domingo.
Y mi partido político (PRI) y sus aliados repartiendo culpas por el resultado negativo obtenido en el estado de México, sin reconocer el esfuerzo de la candidata postulada que logró avanzar y remontó los números del PRI.
Por supuesto hay que decir también que tampoco el PAN y el PRD -sus aliados- alcanzaron los votos que se comprometieron a aportar en esta elección.
Ello habla de que juntos mi partido y sus aliados no estamos convenciendo a la ciudadanía para que salga a votar.
La reflexión entonces es más profunda, si bien -como ya han señalado diversos analistas- la victoria en Coahuila y la derrota en el Estado de México de mi partido y los partidos coaligados no es terminal, entonces el interés del PRI será ¿convertirnos en un partido satélite que se conforme con no perder el registro para no perder el financiamiento público y vivir de las prerrogativas? ¿Será que nos encaminan a constituirnos como un partido regional?
¿Cómo se pretende revertir el desprestigio que tenemos? Porque el PRI aparece como el partido político con el mayor rechazo por parte de los votantes y anuncian que los trabajos para decidir el procedimiento para seleccionar la pre candidatura de la coalición PRI, PAN, PRD inician el veintiséis de junio.
Cierto es que México requiere más que nunca de una restauración, pero tenemos que definir ¿Hacia dónde? ¿Con qué propuestas? ¿Quién o quiénes las abanderarán? O será que seguiremos planeando que todos ganen, aunque sea poquito.