La mejor prueba del verdadero músculo de Julio Huerta está por verse. El próximo 21 de julio, Claudia Sheinbaum visitará nuevamente Puebla, pero ahora en un contexto muy diferente.
Para ese viernes ella tendrá un mes de haber abandonado la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y él no será más el titular de la Segob en Puebla.
Ambos estarán en ese limbo entre que no son autoridades ni tampoco candidatos “legales”.
Esa circunstancia será la razón por la cual difícilmente quienes habían cedido a las recomendaciones-peticiones-exigencias de Huerta, para acarrear gente al Centro Expositor, esta vez lo piensen mejor.
Sin duda habrá un grupo de alcaldes, amigos y políticos que conserva el interés genuino de escuchar y hasta vitorear a la exjefa de gobierno, sin embargo, el número de fanáticos será notablemente menor a los que se presentaron “espontáneamente” el pasado 3 de junio.
A la par del cargo perdido, hay otra prueba que Julio Huerta, el coordinador del proyecto de Sheinbaum en Puebla, deberá pasar: demostrar que el poder de convocatoria es suyo y no de las estructuras de gobierno.
Hablamos del verdadero poder de convocatoria para hacer que cientos, miles, decenas de miles de personas, dejen sus actividades habituales para destinar de 4 a 6 horas, a un mitin político.
Los primeros estragos de abandonar la Segob están por verse en un tiempo por demás corto, digamos una semana.
Hasta ayer, los remanentes de la Secretaría de Gobernación le alcanzaron para realizar un carrusel de medios, algo sumamente extraño si ponemos el contexto del pasado domingo, donde después de dar el anuncio de su renuncia huyó -con todo y empujones- de los reporteros.
Tiempo al tiempo
En el próximo evento de la corcholata mayor y parafraseando el clásico, la calidad (del discurso) es responsabilidad de Claudia Sheinbaum, la cantidad (de oyentes) de Julio Huerta.
¿Tendrá Julio Huerta la sabia virtud de conocer el tiempo y evitar el exceso?
Veremos y diremos.