Momentos de sangre fueron los que se vivieron el domingo por la tarde, allá por los rumbos de San Martín Atexcal, luego que fuera acribillado a plomazos el regidor priista de Acatlán, Marco Antonio Mejía Martínez, junto con dos de sus hijos y en compañía de uno de sus chambeadores.

Así como lo leen, mis valedores, y es que resulta que chingo y dos montones de dudas han quedado en el aire, tras la emboscada mortal que dejó cimbrado al municipio y, de paso, al mismísimo ayuntamiento.

Pos cómo no, si el regidor de Grupos Vulnerables no sólo era bien conocido en la zona por su chamba polaca, si no por los bisnes que se armaba a razón de la Ganadería “La Canela”, de la que movía ejemplares pa’ todos lados.

Es más, el mismísimo día del ataque, Marco Antonio andaba quemando llantas pa’ caerle a un chou que ya tenía pactado, con un fiestón de aquellos en la zona de Miahuatlán.

Y es que mi chismoso del jaripeo ya rajó chipotle que el ataque en contra de Marco Antonio, a la de a Wilbur habría sido directo, por la violencia desatada y el fierro caliente.

Como quien dice, un grupo de malandros nomás lo andaba venadeando por dónde se movía y con quiénes se juntaba, de pronto, sin mediar palabras le dieron alcance a la troca en que iba y abrieron fuego a diestra y siniestra.

Sin que dejaran vivo a nadie de sus acompañantes, pos eso mismo, levanta chingo de sospechas, pos ¿quiénes buscarían arrasar no sólo con la vida de Marco Antonio, si no de su propia fanta?

Y si a esas vamos, mis valedores, ¿qué tanta saña debe estar en juego, pa’ no dejar testigos del violento crimen?

Ya que estamos encarrilados, no por nada el homicidio de Marco Antonio recuerda al crimen de Héctor García Álvarez, quien fuera mandamás de Seguridad Pública en Acatlán, acribillado también a puro plomo en abril de 2022.

Ya se están volviendo más frecuentes las emboscadas y las ejecuciones, de quienes están bien cerquita del ayuntamiento, y conste que las chingadas casualidades no existen.

Chignautla y las fuscas de mantequilla

Con la novedad, mis valedores, que ya se prendieron las alarmas en el ayuntamiento de Chignautla.

Y es que de buenas a primeras, como fregados magos de quinta, en la Policía Municipal se les “perdierondos armas recientemente entregadas por el gobierno de esta Puebla camotera.

Como quien dice, a los mentados angelitos azules se les perdió el rastro de dos pistolas que nomás no aparecen.

Es más, banda, tanto fue el chisme y la desesperación, que no les quedó de otra que llamar a la Fiscalía cemitera pa’ que les dejara de temblar las patitas.

Cómo no, si la desorganización y las chambitas a medias serían el sello de la casa entre los mismos policletos.

Si no, mis carnales, ¿cómo que se les hace agua dos cuetes a la vista de todos y sin cantarla sabroso?