El pasado lunes 28 de agosto regresaron a las aulas más de 29 millones de niños y adolescentes, en las 232 mil 266 escuelas de México, dentro del ciclo escolar 2023-2024.
Cada ciclo escolar es una nueva oportunidad para mejorar la formación de los futuros ciudadanos, muchos de quienes tendrán la responsabilidad de dirigir tareas públicas para cambiar las condiciones de vida e impulsar el progreso de las familias, comunidades y regiones.
Y, no podemos olvidar que “sólo tenemos una oportunidad de preparar a nuestros jóvenes para un destino que nadie puede predecir”, según Stephen Covey (El líder interior).
Al margen de la discusión de reformas educativas, revisión de modelos y contenidos curriculares y, de la reciente discrepancia sobre los libros de texto, quiero compartir algunos conceptos de la orientación vocacional y la importancia de los talleres escolares.
No se puede omitir señalar que uno de los problemas educativos, es que en los contenidos curriculares no están las principales necesidades de las familias ni de los sectores productivos. Hay un exceso de teoría y escasa práctica, no hay suficiente atención a la formación para la vida y el trabajo.
Por eso, la inclusión de talleres escolares obligatorios y optativos, complementa atinadamente los vacíos de la enseñanza, para hacer más pertinente el aprendizaje práctico de los futuros ciudadanos.
No hay muchos talleres ni prácticas en las escuelas, porque esto representa mayores inversiones, por lo regular escasas, en el ámbito público y privado. También mayores necesidades de especialistas, infraestructura y equipamiento.
Las necesidades de las familias son la fuente primaria de información para definir contenidos para la enseñanza y para el establecimiento de políticas públicas. Las actividades económicas predominantes o los problemas socioeconómicos y ambientales, son la base de este proceso.
Las actividades realizadas por las familias y los talleres escolares, bien implementados, son un importante complemento educativo porque sus aprendizajes tienen aplicación inmediata y ayudan a desarrollar la visión personal para un desarrollo humano exitoso. Son una gran oportunidad para conocer vocaciones, confirmar o desecharlas.
Pero cuando las actividades, problemas y necesidades familiares no tienen relación con los contenidos educativos, ni con los talleres escolares, es muy difícil para el estudiante desarrollar su visión y definir su vocación.
Por mi origen familiar, lo primero que hice cuando tuve uso de razón fueron actividades domésticas y de aprovisionamiento de agua, leña y labores agrícolas como preparación de la tierra, siembra, cultivo, cosecha, almacenamiento, o pecuarias como cuidado de animales. Más adelante aprendí a pescar. Eso predomina aún en las comunidades y municipios aledaños de la región Mixteca Poblana.
Pero casi nada de lo anterior formaba parte, ni en forma marginal, de lo que se enseñaba en la escuela, desde la primaria hasta la universidad. No hubo una vinculación entre las matemáticas, la geografía, la historia de México y universal con lo que hacíamos y necesitábamos.
Y con relación a los talleres, aún recuerdo que en primaria llevamos carpintería. Hice un banco de bolero que mi mamá arrinconó para siempre porque nuestras necesidades eran principalmente sillas, camas y mesas.
Y durante la secundaria tuvimos electricidad, preparación de tortas y sándwiches, taquimecanografía, corte y confección de prendas de vestir, música y conservas de hortalizas y frutas. Siempre obtuve diez de calificación.
Soy enemigo de echar culpas y nunca me he quejado en la vida. Creo que en la vida solo se gana y se aprende. Pero el problema de los talleres y varias materias, fue que los maestros no supieron explicarnos para qué nos podrían servir o qué podríamos hacer al cursar esos talleres.
Hace unos días participé en una importante reunión con padres de familia. Ahí compartimos y coincidimos en estas preocupaciones. Es necesario fortalecer la vinculación de la educación con las necesidades familiares y los problemas comunitarios.
Talleres como los deportes son fundamentales para el desarrollo físico y mental, para desarrollar una visión ganadora, pero también son grandes posibilidades para encontrar oportunidades de estudio en universidades a las que es difícil acceder por nivel socioeconómico.
Los talleres y una formación más práctica, vinculados a las necesidades reales de la comunidad, son la base fundamental para identificar vocaciones que reduzcan la deserción y la frustración de los jóvenes en los niveles superiores. Y serán de gran valor en la formación de profesionistas más pertinentes al desarrollo nacional.
Además de esto, nunca olviden padres, maestros y directivos, decirles a los niños y jóvenes lo que pueden llegar a ser.