Las postales recientes nos muestran la dificultad que han enfrentado los técnicos y especialistas para desmontar la Estrella de Puebla. El retiro de góndolas y los brazos que las sujetaban, ha sido lento.
El tiempo mismo que han tardado en desmontar la famosa Rueda de la Fortuna nos confirma una mentira más de Rafael Moreno Valle: no es itinerante.
Difícilmente el capricho morenovallista podría estar recorriendo los 217 municipios y Pueblos Mágicos del estado como prometía Rafael, cuando insistía en justificar la inversión de 400 millones de pesos para colocar la famosa Rueda.
Ya se vio que “moverla” es toda una ciencia. Es complejo desmontarla y después volver a colocarla. Algo que a todas luces era visible y que en este mismo espacio denunciamos desde 2013, cuando Moreno Valle se afanó en convertir a Puebla, en su propio Disney World.
Aunque es imposible exigirle cuentas por el daño al erario que su proyecto generó, sí es viable que los diputados apuesten por una auditoría forense y comiencen a pedir la comparecencia de todos aquellos que por acción u omisión tienen responsabilidad en este quebranto financiero.
Más allá de que se tratara de un capricho, lo cierto es que muchos funcionarios públicos podrían ser llamados a cuentas para que nos digan por qué toleraron que se instalara la Estrella de Puebla y sobre todo por qué autorizaron el costo final de la atracción que siempre operó en números rojos.
Una vuelta más
Es cierto que después de 10 años y al paso del tiempo, la atracción turística se ha convertido también en parte del paisaje. Hoy es común que en las falsas postales de Puebla se observe la Estrella junto a la iglesia de los Remedios, con los volcanes de fondo.
Ahora que una nueva empresa, Comercializadora y Espectáculos RP, tiene la concesión -por 15 años- del símbolo de la ciudad, confiemos en que pueda despegar y convertirse en una atracción de turismo local, nacional e internacional.
Después de la poca rentabilidad que mostró en sus primeros años y de permanecer cerrada por pandemia, el proyecto podría tener una segunda vuelta y con ello el éxito que no obtuvo con Rafael.
Samuel y su fosfo, fosfo
Dando una de esas maromas que tanto les gustan a los políticos, Samuel García, aún gobernador de Nuevo León, reculó y decidió lanzar por la borda sus promesas para solicitar licencia y tratar de alcanzar la candidatura presidencial de la mano de Movimiento Ciudadano.
Lo hizo a sabiendas que el Congreso de su estado difícilmente le autorizará lanzarse a la campaña, para regresar después con la cola entre las patas a terminar su gobierno.
El nuevo Nuevo León que tanto presume tiene carencias que urge atender. El tema de la falta de agua es una de las dolencias más grandes del estado.
Pero para el joven tiktokero, que fue educado duramente con partidos de golf los domingos por la mañana, saciar su ambición personal de gobernar un país es la prioridad.
Habrá que ver, primero si sus diputados realmente lo dejan abandonar el cargo que él protestó y después si en la interna su partido no termina por darle la espalda y decirle: fosfo, fosfo.