La ola animalista continúa demostrando que han llegado a extremos que rozan el ridículo. Proteger a los animales y exigir una tenencia responsable de las mascotas es una cosa, pero solicitar que se eliminen los “caballitos” resulta aberrante.

El pasado fin de semana circuló la solicitud de People for the Ethical Treatment of Animals (PETA), una organización que se autodenomina como dedicada a defender y proteger los derechos de los animales a nivel mundial, para que el fabricante de carruseles Chance Rides retire de sus diseños a todos aquellos “animalesinanimados.

En su argumento señalan que “los caballitos” generan en los niños la equivocada percepción de que es correcto que se explote a camellos, caballos, burros, elefantes o hasta delfines.

“Los carruseles con temática animal celebran sin querer la explotación de los seres sintientes”, afirma el comunicado.

Salvo obvias excepciones como la tauromaquía, charrería, equitación y pesca, con justificaciones culturales, fines terapéuticos o alimenticios, nadie puede estar en contra de restringir la explotación animal, sin embargo, tenemos que partir de que las figuras que suben y bajan, en los carruseles de las ferias y parques de atracciones, no están vivos.

Sí, sé que suena absurdo recalcarlo, pero así de extraña es la petición, ¿Acaso los niños que pintan las frutas de colores diferentes a los que realmente son, terminan alterando genéticamente las plantas para crear plátanos anaranjados o mandarinas rosas?

Y si usted considera que ese es el único absurdo, le comento que en España se debate la Ley de Bienestar Animal que entre otras cosas propone penas de año y medio de cárcel y multas por 50 mil Euros (casi un millón de pesos) a quien mate a un animal vertebrado no doméstico, como lo es una rata.

También se obliga a la contratación de un seguro de responsabilidad civil a terceros, tomar cursos para la tenencia de mascotas, implantar microchip a hurones, gatos y perros; y hasta a esterilizar a todos, sí “a todos”, los gatos desde los seis meses de edad.

De la restricción para tener como máximo 5 mascotas ya ni hablamos. Quienes deseen tener 6 o más animales en casa deberán registrarse como “núcleo zoológico”.

Y a todo esto, quiénes están detrás de estas regulaciones, propuestas y absurdos, nada más y nada menos que los empresarios de la industria de las mascotas. Son ellos quienes han encontrado en la humanización de los animales de compañía jugosas ganancias.

Estos empresarios se hacen millonarios a costa de que nosotros gastemos en nuestras mascotas tanto o más, de lo que invertimos en un hijo.

Gastos veterinarios, funerarios, de grooming (estética), accesorios, ropa, juguetes, premios, alimentos, escuelas, guarderías, pensiones, cuidadores y un sinfín de conceptos que simplemente nos ayudan a desahogar nuestros cargos de conciencia, son parte de la enorme lista de negocios que engrosa sus cuentas.

Ni más ni menos.