Américo Villarreal, gobernador morenista de Tamaulipas, está en el ojo del huracán. La presunción de que Estados Unidos le canceló su visa, como sucedió con su homóloga bajacaliforniana, Marina del Pilar, cayó como balde de agua fría. 

Y en las crisis lo peor que se puede hacer es mentir. Lo segundo peor es esconderse

Si no me creen ahí están ejemplos históricos como el de Mario Marín con la icónica frase de ‘es mi voz, pero no es mi voz’ y el silencio sepulcral que acabó con sus aspiraciones presidenciales. 

Pero en el equipo del gobernador morenista pareciera que o no tienen ni idea de cómo controlar las crisis o simplemente les valió y decidieron jugar las contras. 

El mensaje en redes sociales, de la vocería de Seguridad de Tamaulipas, donde primero se dijo que la revocación de la visa norteamericana era falsa y la ‘corrección’ del mensaje, asegurando que se trataba de “información no confirmada”, de nada ayudó. Por el contrario, hace más sospechosos los acontecimientos. 

La vocería de Tamaulipas cerró su escueto mensaje con la frase: “Se recomienda a la ciudadanía, informarse por medio de los canales oficiales”, pues bien, esos ‘canales oficiales’ se mantienen en silencio. 

El gobernador, hasta el cierre de esta columna, que ahora es más temprano para escucharnos cada mañana en Informe 96, no había tuiteado ni convocado a una rueda de prensa para, justamente, disipar dudas y dar la información certera. 

¿Le avisaron?, ¿Se le revocó la visa?, ¿Hay investigaciones en su contra?, ¿todo fue una falsedad y hoy puede entrar a Estados Unidos sin restricciones?

Los tamaulipecos, los mexicanos y los morenistas merecen saberlo. En el extremo, hasta la presidenta, Claudia Sheinbaum, a la que pasaron a raspar, también necesita tener la certeza de los hechos. 

Más allá del estatuto moral de Morena, impuesto por AMLO, de “No mentir”, la realidad es que las mentiras siempre terminan por complicar la crisis, por eso, aunque el impulso de los políticos sea negar las acusaciones, sus asesores deben asegurarse de que no se haga más daño del estrictamente necesario. Las mentiras terminan por caerse tarde o temprano y generarle una avalancha al señalado. 

Negar que le revocaron la visa, no hará que el gobierno norteamericano, de la noche a la mañana le devuelva el permiso para entrar a suelo gringo. Tampoco romperá la imagen de ‘investigado que se le generó en el imaginario colectivo. 

Si el gobernador tuviese la certeza de que su visa está vigente, no habría tenido ningún empacho en salir a decirlo, quizá hasta hacer una transmisión en vivo desde el otro lado del Río Bravo, para demostrar sus dichos. 

El silencio, en este caso, genera más dudas que certezas. 

A este paso, ¿quién será la tercera o el tercer gobernador morenista al que le cancelen la visa norteamericana?, ¿Será Rubén Rocha Moya, actual gobernador de Sinaloa?

Veremos y diremos.