El pozo comunitario de El Mirador Grande, en Zacapala, se había secado, pero la construcción de un jagüey a 200 metros arriba, lo llenó en las primeras lluvias, desbordó excedentes varios meses y ya no se volvió a secar. Antonio Huesca Zapata, Julia Negreros y yo somos testigos, era el año 2000. Es una de las primeras experiencias poblanas de recarga artificial de acuíferos.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU), estima que la sequía se ha incrementado un 29 por ciento en los últimos 23 años. Actualmente, el 75 por ciento del territorio nacional está sometido a estrés hídrico, de acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA).

La ONU también afirma que estamos muy lejos de lograr el sexto Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS6): agua limpia y saneamiento para todos al 2030; y eso porque solo podría alcanzarse si los gobiernos trabajaran 4 veces más de lo que lo han venido haciendo.

Este 22 de marzo de 2024, Día Mundial del Agua, se utilizará el lema Agua para la Paz, seguramente porque no hay mayores riesgos de ruptura de la convivencia social, que la falta de agua y alimentos producidos con este recurso.

El agotamiento de pozos y manantiales, la baja captación de las presas, las dificultades para atender a la población, las sequías recurrentes, el incremento de los desastres naturales ligados al agua, el reducido tratamiento de aguas residuales, la contaminación de ríos con aguas negras y residuos sólidos, la reducción de la pesca ribereña, junto a la ausencia de una cultura de manejo, cuidado y aprovechamiento racional del agua, son parte importante de una problemática creciente.

Con la intención de aportar a la solución de los principales problemas del agua, a continuación compartimos algunas experiencias poblanas que pueden ayudar a la solución y abonar a la identificación de propuestas de políticas públicas hídricas.

La captación de lluvia en techados en casas, edificios públicos, mercados, bodegas, naves industriales, invernaderos, escuelas, laderas y cerros, es algo que se ha venido haciendo desde que los franciscanos lo aplicaron en el siglo XVI.

Es una fuente inmediata de agua que puede mover las estadísticas de cobertura municipal. Achichinalco, Ajalpan, es un ejemplo de una comunidad con 90 familias que CONAGUA atendió para su abasto, cuando antes acarreaban agua a 6 kilómetros de distancia.

En tanto, la reforestación debe tener como objetivo prioritario la protección de acuíferos. No hay recarga natural más eficiente que aquella que hace la vegetación donde nacen los manantiales. Métodos masivos de reforestación con semillas recubiertas, en forma manual o aérea, o la simple exclusión del pastoreo, han dado buenos resultados en San Pedro Yeloixtlahuaca, en Tlahuapan, y varias partes del mundo.

El manejo de cuencas para la recarga de acuíferos consiste en la aplicación de diferentes tratamientos a una ladera para retener el agua y el suelo, aumentan el volumen de agua de los manantiales y pozos que abastecen comunidades. Un gran ejemplo es Ayoxuxtla de Zapata, en Huehuetlán El Chico, en donde se aumentó la cantidad de agua en los tres manantiales que abastecen al pueblo con la aplicación de barreras de piedra acomodadas en 600 hectáreas de la parte alta de la comunidad.

Pero cuando la naturaleza no puede recargar, hay que ayudarle con represas y desazolve de jagüeyes para tener agua y promover la recarga artificial de acuíferos. Retener el agua en la parte alta de las cuencas con fines productivos, turísticos, abasto directo a la población e infiltración a manantiales y pozos, es un principio físico que no falla. En más de 40 municipios de la mixteca poblana, se aplicaron importantes recursos para hacer este tipo de obras entre 1994 y 2010 con grandes resultados.

La agricultura de conservación es otra estrategia de manejo de la tierra y prácticas agrícolas regenerativas para permitir el máximo aprovechamiento de la lluvia y elevar la productividad de los cultivos en zonas de temporal. Se reconoce como una gran vía para captar la lluvia y favorecer la infiltración al subsuelo captando hasta 320 mil litros por hectárea. Experiencias, también de la mixteca poblana, así lo han demostrado al duplicar los rendimientos de maíz y sorgo y revivir manantiales secos.

El tratamiento y reúso de aguas residuales es una opción viable como en la planta de tratamiento de San Martín Texmelucan, cuyas aguas sirven para el riego agrícola del ejido Nativitas, Tlaxcala. Asimismo, el tratamiento biológico y reúso de aguas residuales es otra posibilidad, como en La Concepción Cuautla, en Tecali de Herrera, en donde un humedal de tule y carrizo trata las aguas residuales de la comunidad y las hace aprovechables para riego.

El bombeo de agua potable con paneles solares ya lo realizan los municipios de Tepanco de López, Tepexi de Rodríguez, Tecomatlán, Juan N. Méndez y Huehuetlán El Grande; y el bombeo solar de agua para riego agrícola en Tehuacán, Chiautla y Tlacotepec de Benito Juárez.  Actualmente ya no pagan recibo eléctrico que es lo que ahoga las finanzas de los municipios y unidades de riego.

La tecnificación del riego agrícola es la necesidad más urgente en el campo para mejorar la productividad, evitar pérdidas de agua y, con el ahorro logrado, se pueden resolver rápidamente los requerimientos de agua para uso público en los centros de población. Palmar de Bravo, Los Reyes de Juárez, Coyotepec, Ixcaquixtla e Izúcar de Matamoros, son grandes ejemplos al respecto.

Finalmente, el entubamiento de presas para sustituir la actual conducción por canales y reducir las pérdidas de agua, ganar presión y tecnificar el riego como lo adoptó la presa Boqueroncitos, en Tehuitzingo, que hoy cuenta con una red de 7.5 kilómetros de tubería para incorporar 150 hectáreas al riego por goteo, es una opción más para el abasto de agua.