Metzonapa, en Ayotoxco, y, El Zapotal y Santa Lucía, en Tenampulco, son tres comunidades de la Sierra Nororiente de Puebla, que en el año 2000 abrazaron con gran interés el cultivo de litchi, en una superficie de 25 hectáreas, dentro del Programa Mujeres en el Desarrollo Rural. Esta es una fruta de origen oriental que hoy representa una opción real a la economía regional de las zonas cálidas del norte de Puebla.

El origen de esta iniciativa de reconversión productiva, promovida por Moisés Pérez Luna, fue la necesidad de diversificar la cafeticultura ante las constantes caídas de precio en el mercado internacional. Así que, se decidió apoyar la siembra de litchi para sustituir los cafetales de las partes más bajas y cálidas, al considerarlas de menor importancia para la producción y calidad del café.

Entre 2001 y 2002, se plantaron 100 hectáreas más de este fruto en Nanacatepec, Metzonapa, Copales y La Unión, en el municipio de Ayotoxco.

El auge productivo inició a partir de 2008 y provocó que más personas plantaran con sus propios recursos. Actualmente, solo entre Ayotoxco y Tenampulco, existen más de 300 hectáreas y se han desarrollado centros de acopio y empaque que generan empleo para cientos de poblanos.

La reconversión productiva regional agropecuaria siempre requiere del apoyo del gobierno, de superficies mínimas, superiores a 30 hectáreas, con acompañamiento técnico, mercado asegurado y sus resultados no se ven en un sexenio.

Los ganaderos de Tulcingo de Valle, Axutla, Chila de la Sal, Xicotlán, Chiautla de Tapia, Huehuetlán El Chico, Teotlalco, Jolapan e Ixcamilpa de Guerrero, encontraron una solución a la alimentación de sus animales con la adopción de pasto llanero, introducido a la Mixteca poblana en 1991, por el Centro de Producción de Semillas Forrajeras, en Tehuitzingo.

La siembra de praderas junto con la construcción de represas para el abasto de agua al ganado, apoyado por el gobierno estatal entre 1995 y 1999, representó en muchos casos alargar el período de ordeña hasta febrero, cuando tradicionalmente se suspende en noviembre por la falta de comida y agua. Praderas sembradas en esa época persisten hasta hoy, como se puede comprobar en la parcela escolar de la telesecundaria de Axutla y varios municipios.

Hace unos días, al publicar en este espacio un recuento de historias de desarrollo impulsadas junto a los poblanos, derivadas de un encuentro de amigos con Alejandro Armenta Mier, recibí varios mensajes mencionando varios proyectos realizados en algunas comunidades y regiones de Puebla que fueron omitidos. Por eso, hoy incluimos otro segmento que sólo es parte de un listado mayor que refleja iniciativas y esfuerzos de muchos poblanos.

Un día del año 2000, llegó a la oficina de la Secretaría de Desarrollo Rural (SDR), Alberto Nava Ruano, de Aquixtla, quería apoyo para instalar invernaderos. Ya se había terminado el programa de microinvernaderos que se promovieron en apoyo a mujeres para la seguridad alimentaria de las familias. Solo quedaban 2 unidades, de 150 metros cuadrados cada una. Se le entregaron a Nava Ruano y así construyó el primer invernadero de 300 metros cuadrados en Aquixtla.

Para el año 2010 había ya en este municipio más de 100 hectáreas de invernadero para la producción de jitomate, con apoyos del gobierno del estado e inversión de particulares. Es nuestra pequeña Almería, una localidad española en donde existen casi 30 mil hectáreas de invernaderos.

No cuento con la cifra actual de invernaderos de Aquixtla, solo sé que allí ocurrió un gran desarrollo comunitario acelerado por una gran cultura de manejo del agua en el cultivo de papa. Cada productor tenía antes de los invernaderos, un reservorio para captar agua de lluvia. Actualmente, la falta de agua es un gran problema. Su desarrollo agrícola amerita la creación de un agroparque de servicios técnicos y comerciales, y la adopción de sistemas productivos que hagan más eficiente el uso del agua y la sanidad de los cultivos.

Una historia similar pertenece a Dióscoro Rojas, quien es el líder de la innovación de la producción de pescado bagre y tilapia en jaulas flotantes, en Puebla, y que es una técnica japonesa con más de 200 años de antigüedad. Este proyecto se desarrolló en la Presa Peña Colorada, en Acatlán, una obra que suministra agua para riego a las comunidades de Peña Colorada y Progreso, en Piaxtla.

Desde el año 2005 se instalaron en el vaso de esta presa 30 jaulas de tubos de PVC y malla, de 3x3x1.20 metros, para producir una tonelada de pescado en jaula por año, en condiciones controladas. Actualmente, hay un potencial para más de 300 jaulas flotantes en Peña Colorada más otras 200 en la Presa Boqueroncitos Tehuitzingo, 100 en Huachinantla, Jolalpan y 500 en el sistema de Presas Carros-Cayehuacán Puebla - Morelos.

Asimismo, este 23 de marzo, en Oriental, fui invitado al inicio de uno de los proyectos más importantes de agricultura familiar que existen hoy en nuestro estado. Un grupo de 50 mujeres organizadas para producir hortalizas, plantaron lechuga, col, chile, rábano y brócoli, en una superficie de 3 hectáreas, con lo que obtendrán en promedio 7 mil pesos por ciclo por participante, con un total de 3 ciclos al año. Apoyado por el presidente municipal de Oriental, Alejo González, es un modelo que no se había visto en Puebla.

Allí encontré a Dora María González Carreón, quien junto a 15 mujeres más, en 2005, iniciaron un proyecto de producción de yogurt que apoyamos para su comercialización y que perdura después de 18 años.

Todo lo anterior nos muestra que los apoyos asistenciales y los programas sociales, bien aplicados, están bien, pero no resuelven la pobreza. Sin embargo, los apoyos al fomento de actividades productivas son indispensables para generar riqueza y deben ser complementarios en la política social.

Cualquier otra valoración, son puros cuentos.