Decía José Álvarez "Juncal" que "La muerte está al servicio del torero para darle gloria como a los dioses de Roma”. El pasado 9 de abril murió el cineasta y escritor Jaime de Armiñán que, si bien no fue torero, vivió con torería y engrandeció el planeta taurino.
Falleció en plena feria de abril para que se le recordara y rindiera homenaje desde la Real Maestranza de Sevilla, "la reina" de Juncal, su inolvidable personaje.
Como guionista y director de cine, Jaime de Armiñán tuvo gran éxito con "Mi querida señorita" (1971) y con "el nido" (1980), que fueron nominadas al Óscar como mejores películas de habla no inglesa.
Los relatos contaban los hechos, pero mantenían la suficiente ambigüedad como para despertar la imaginación del espectador. La gran virtud de las historias de Armiñán es que ahondaban en lo más profundo de los sentimientos humanos.
Es difícil que un novelas o película con temática taurina logre reflejar la intensidad de las emociones del espectáculo y el profundo misterio de se vive en una plaza de toros.
Como pasa con las historias costumbristas, siempre hay el riesgo de que caigan en lugares comunes o que se basen en estereotipos sin hurgar en la complejidad de los personajes.
No sucede eso Juncal, una obra del subgénero picaresco que describe a un matador retirado, tierno y desvergonzado. El personaje está inspirado en el libro "Vida y novela de un matador de toros" que su padre, Luis de Armiñán, escribió sobre Manuel Mejías "Bienvenida".
La obra está llena de anécdotas pintorescas y divertidas de quien también fue conocido como "El Papa Negro". Bienvenida sufrió un accidente en la plaza de Madrid el 10 de julio de 1910 que le impidió ser una gran figura del toreo.
Pero sí fue el patriarca de la dinastía de los Bienvenida, integrada por cinco de sus siete hijos, Manolo, Pepe, Antonio, Ángel Luis y Juan.
Jaime de Armiñán fue gran amigo de Antonio Bienvenida. En los diálogos y experiencias que vivió con el torero, ideo al personaje de Juncal. De hecho, la dedicatoria del primero de siete capítulos es "Para Antonio Bienvenida, hermano, maestro, gran torero, este Juncal que sin ti no habría nacido".
Antes de la serie, Jaime de Armiñán ensayó escribiendo el guion de la película "La becerrada" (1963) dirigida por José María Forqué donde intervenían los matadores Antonio Ordóñez, Antonio Bienvenida y Mondeño.
El actor Fernando Fernán-Gómez caracteriza al personaje central, un aficionado medio pícaro que se va buscando la vida por el mundo taurino.
La primera versión de Juncal fue un programa de 54 minutos transmitido en 1985 para la televisión española con el que de Armiñán concluyó la serie "Cuentos imposibles".
Estos ensayos permitieron que tanto Jaime de Armiñán como el actor Paco Rabal dieran vida a uno de los personajes más entrañables de la ficción taurina: "José Álvarez, Juncal, matador de toros, natural de Carmona y enrazado con Mazarrón, provincia de Murcia", como él mismo se presentaba.
Parte del éxito de la serie se debe a las interpretaciones que Paco Rabal realiza de "Juncal" y a la que Rafael Álvarez "El Brujo" ejecuta de "Búfalo", el limpiabotas que acompaña en las peripecias a su maestro.
Son una especie de Don Quijote y Sancho Panza. Juncal es soñador, filósofo y aventurero; mientras que Búfalo es práctico y leal al torero. El siguiente diálogo ilustra el talante y la relación entre los dos personajes:
–¿Búfalo, tú crees en la teoría de la reencarnación? –pregunta Juncal a su escudero– Dicen que cuando uno se muere, no se muere, o sea que vuelve al mundo en el cuerpo de otro o de un animal. Por ejemplo, tú vuelves al mundo de obispo de Lucena.
–No me veo yo de obispo –responde Búfalo– ¿Y usted qué sería?
–Matador de toros. Mil veces que naciera. ¿Y tú?
–Su mozo de espadas.
–Eso quería oír yo –remata, el torero.
Juncal es un pícaro, sinvergüenza, astuto y con enorme habilidad para envolver con su verbosidad. Un toro lo dejó inútil para su oficio y, desde entonces, lleva de recuerdo una cojera y un cuerpo lleno de cicatrices. Es coqueto y conquistador de mujeres hermosas.
El primer giro de la serie se da cuando Teresa, la mujer que lo mantiene, lo descubre en un deliz. Furiosa, lo echa de la casa con una maleta que lleva poca ropa y su mayor patrimonio, los siete tomos de El Cosío.
A partir de ahí inician las aventuras de Juncal y Búfalo. En cada capítulo de Armiñán nos regala sabiduría y sentido del humor. Juncal nos enseña que hay que disfrutar de las pequeñas cosas.
Él se emociona ante los compases de "Gato Montés". Todos los días, al cruzar Triana, saluda a su plaza, la Real Maestranza de Caballería: “¡Buenos días, mi reina! ¿Has descansao bien?” La vida debe tomarse con calma, "las prisas para los delincuentes y los malos toreros".
A pesar de sus desgracias, nunca pierde la gallardía. Si bien es un bribón, mantiene el decoro. Explica que a las cosas hay que llamarlas por su nombre, por ejemplo, "al miedo se le dice miedo, pero no miedo a la responsabilidad, al fracaso o al público, que es lo que nos inventamos los toreros. No, miedo al de las patas negras, al que te quita los pies del suelo, a todos nos ha pasado, maestro, y el que diga otra cosa miente".
Al final de la serie, demuestra porque era más artista que Belmonte y más valiente que Espartero. Se redime de cualquier indignidad con la que hubiera vivido en las épocas de miseria y muere con gallardía entre los cuernos de un toro.
Juncal le pide a su amigo lo que, imagino, Jaime de Armiñán añoró y por eso su muerte en esta época del año: "Cuando se acerque el aniversario de lo que tú ya sabes Búfalo, no me lleves flores: llévame el programa oficial de la Feria de Abril".