Donde innovación, conocimiento y desarrollo se entrelazan para determinar el futuro de un país se llama patentes. México presenta un panorama desolador.
De acuerdo con el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), en 2023 se recibieron 4,758 solicitudes de patente, de las cuales aproximadamente un tercio fueron realizadas por universidades. Esto nos indica no sólo la importancia de las instituciones educativas en el ámbito de la innovación, sino también el rol crucial que juegan en la economía del conocimiento.
México, con una población de alrededor de 130 millones de personas, tiene una tasa de patentes per cápita relativamente baja en comparación con otros países. México presenta 3 invenciones cada 100 mil habitantes, muy por debajo de países líderes en este rubro, como Japón o Estados Unidos, donde las tasas superan las 300 patentes por la misma cantidad de habitantes.
En este contexto, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla se erige como un pilar fundamental del desarrollo. Según el IMPI, la BUAP se mantiene como la tercera universidad en México con más solicitudes de patente, superada únicamente por la UNAM y el Instituto Politécnico Nacional. Este logro no es menor. La Oficina de Transferencia de Tecnología de la BUAP, encargada de estos menesteres universitarios, informa que sus investigadores realizan alrededor de 30 solicitudes de patentes anualmente.
La BUAP ha obtenido un total de 137 patentes y tiene 350 en proceso. Con áreas destacadas como la farmacéutica —28— o la electrónica —25—. Entre las innovaciones más destacadas de la BUAP se encuentran los desarrollos en energías alternas, con 18 patentes que abarcan desde convertidores fotoeléctricos hasta biocombustibles.
Aquí, resalta la poblana doctora Griselda Corro Hernández, quien es la investigadora mexicana con más patentes otorgadas en el país, un logro que no sólo es un orgullo para la universidad, sino también para nuestro estado.
Entre patentes y registros adicionales la doctora tiene la friolera de 12 invenciones a su nombre. Con hitos como la patente °349389, «Proceso para la producción de biodiésel mediante radiación solar como fuente de energía».
Puebla, lamentablemente, a nivel entidad no destaca por la inventiva de sus habitantes. Este título se lo lleva de calle Jalisco, con 493 solicitudes de patentes, modelos de utilidad y diseños industriales el año pasado, siendo 1 de cada 5 invenciones a nivel país.
Claro, los números no lo son todo, tan solo falta ver los estados con más registros de marcas —tramitados en el mismo IMPI— Nayarit y Tabasco, donde las entidades hicieron un perverso plan de abusar de los apoyos federales para registrar marcas a diestra y siniestra. ¿O usted conoce al menos una de las 1,141 marcas tabasqueñas que se registraron el año pasado?
Las patentes son semillas de ingenio que germinan en la mente del hombre. Huellas de un viaje que convierte el desierto en un campo fértil. Tan solo falta una que germine, como la del método de producción de semaglutida de Novo Nordisk. Empresa que produce medicinas para el control de peso, y de un año para otro generó una capitalización superior a todo el país de donde es, Dinamarca. Si vamos a imaginar, imaginemos cosas chingonas.