Cambiar el nombre, las siglas, los colores y reelegir a su actual dirigencia nacional y con ello a las dirigencias estatales ¿sería suficiente para transformar al Partido Revolucionario Institucional (PRI)? No lo creo.

La transformación que requiere el PRI va más allá del nombre, del logotipo y por supuesto del despropósito de reelegir a sus actuales dirigencias si tan solo consideramos que desde que asumieron el cargo, la debacle de este instituto político se ha profundizado, mayores han sido las derrotas electorales y el desmoronamiento de sus estructuras.

Por eso pensamos que se deben retirar de sus cargos las actuales dirigencias, desde la nacional, las estatales y las municipales. Que se nombren dirigencias interinas que conduzcan e inicien los trabajos para llegar a una verdadera Asamblea Nacional de refundación o de reconstrucción.

Esto necesariamente tendría que pasar de inicio por rearticular nuestra fuerza territorial, regresar a la base social, restablecer comunicación con los hombres y mujeres que en cada lugar todavía forman parte del PRI, o que aún excluidos, marginados y alejados del trabajo de militancia como tantos otros, siguen siendo militantes; esos priístas que aún no se han rendido, que siguen dando la pelea política y que los hay en todas las comunidades y municipios del estado de Puebla y del país.

Formar y reconstruir estructuras, entonces sí, convocar a reuniones de análisis para dialogar, establecer acuerdos, compromisos y decidir cuál debe ser la ruta que siga el PRI en adelante, incluso ampliar la convocatoria a la ciudadanía en general.

Ruta que debe ser llevada y presentada para su discusión y aprobación en reuniones regionales y estatales para convocar a una muy necesaria sin duda Asamblea Nacional pero escuchando todas las voces.

La premisa, rescatar causas sociales para su abanderamiento, cercanía con la ciudadanía, recuperar la confianza ciudadana, limpiar esta época en la que el PRI pasó a ser uno de los partidos políticos con más rechazo social y asumir el nuevo papel de oposición que tenemos de forma responsable, seria y eficaz para revertir los números que hoy nos colocan en tercero, cuarto y hasta quinto lugar en algunas entidades de la República, incluso, encabezar la lucha para resolver la muy visible crisis del sistema de partidos actual y sostener la defensa de instituciones.

¿Fácil? ¡Por supuesto que no! Sin embargo, no veo otra manera de lograr revertir tantos errores.

Pero todo esto, no puede hacerse en una semana como dicen que lo hicieron. Estas mesas de análisis a lo largo y ancho del estado de Puebla y del país que dicen realizaron fueron ejercicios absolutamente simulados y en su mayoría inexistentes, hechos en el papel.

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La XXIV Asamblea Nacional convocada, se llevó a cabo tan de forma simulada, tan de papel como el resto de los ejercicios, sin escuchar a todas las voces como lamentablemente ha sido desde 2019, con estructuras formales controladas por la actual dirigencia nacional y estatales. Aprobaron la reelección.

Si bien en este momento no puede llevarse a cabo el proceso de cambio de dirigencia nacional en el que el presidente Alejandro Moreno fuese reelecto, ¿qué hace pensar que las cosas podrían ser distintas con él, si ya demostró el pésimo dirigente que es? También podría darse el caso que la presión política interna haga que otra persona, la que él decida sea designada, no olvidar que esta misma estructura formal que controla al PRI y que convalidó esta Asamblea, es la que votaría estos nombramientos. Después harían lo propio con los Comités estatales y municipales.

¿Así se resolverá la crisis del PRI? La historia ha demostrado que las imposiciones verticales llevan al declive.

En momentos de crisis política en la vida interna del PRI que ha originado la desbandada y las renuncias de líderes, de cuadros y de militantes priístas, fue celebrada la Asamblea Nacional, una Asamblea simulada en la que el presidente nacional prefirió excusarse por escrito de participar en el análisis de los dictámenes y lo votaron… a favor ¡Increíble!

Cómo me hubiera gustado escuchar en su mensaje: “He escuchado su enojo, su decepción y asumo la responsabilidad de esta pérdida” “He dado todo lo que tenía en este trabajo, pero ustedes han enviado una señal clara…” El partido debe cambiar, anunciando su dimisión, como lo hizo hace unos días el primer ministro de Inglaterra.

No lo hizo “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.

Preguntaría entonces ¿Es el actual presidente del PRI el único priista que puede enfrentar al actual gobierno como argumenta? ¿A quién convendría la reelección del presidente Alejandro Moreno al frente del PRI?

Sin duda un futuro incierto en el PRI.